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IMPRESIÓN: EL CANSANCIO DEL AFÁN

 El Congreso  está en deuda con la nación. Aprobar de afán un proyecto de esta naturaleza -en 30 sesiones-  sin el debate debido, le dirá a los ciudadanos que su voz  a la hora de votar no tiene quien la represente auténticamente. 
Raúl Gutiérrez García
Columnista Primicia
Van veintiséis meses del gobierno de la prosperidad democrática y del Congreso elegidos en 2010. Comenzó a notárseles  a ambas instituciones el  cansancio derivado del afán de hacer y deshacer durante este lapso.
Se optó por crear agencias como la de seguridad e inteligencia en remplazo del DAS. Otro tanto para  la comisión de televisión y la dirección de estupefacientes, etcéteras. En la práctica todo sigue igual en la mayoría de nuevos entes. Su gestión y eficacia están por verse.
El Congreso de la República aprobó de afán una reforma a la justicia que se cayó llevándose por delante la respetabilidad debida a las tres ramas del poder. Hoy, -como suele decirse con sorna-, nada les resbala.
En un bajón de la popularidad del presidente Juan Manuel Santos, se anunció que la reforma tributaria no seria asunto de su gobierno. Siembargo, de afán y como sacado de la manga de un mago, apareció un proyecto alcabalero presentado con fórmulas mágicas para generar un millón de nuevos empleos.
Los exministros Abdón Espinosa y Rudolf Homes, han hecho observaciones fundamentadas al proyecto, mientras quienes lo engendraron: el ministro Cárdenas de Hacienda y Ortega el director de la DIAN, predican bondades que no lo son.
Se repite el cuento chino de desmontar cargas extras a los empleadores para habilitar  más puestos de trabajo. Eso mismo se dijo en el 2003 con la llamada flexibilización laboral y ya sabemos lo que pasó. Como recuerda frecuentemente  el presidente Santos: al perro no lo capan dos veces.
¿Y, qué decir del discriminatorio impuesto al consumo suntuario? Esa es una cacheta más a la clase media. También lo es para el comercio y las ventajas procedentes de los tratados de libre comercio.
La reforma convierte las tarifas de IVA en una pelota de trapo. No es real para el consumidor bajar aquí para subir allá: reabre la puerta para la trampa y desnaturaliza aún más el tributo básico del consumo.
El Congreso  está en deuda con la nación. Aprobar de afán un proyecto de esta naturaleza -en 30 sesiones-  sin el debate debido, le dirá a los ciudadanos que su voz  a la hora de votar no tiene quien la represente auténticamente.