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NEGLIGENCIA MÉDICA Y LA SOLEDAD INCREMENTAN EL RIESGO

Las urgencias médicas en algunos hospitales es  un peligro  para los pacientes, e inclusive a los médicos de atención previa, el sistema los ha convertido en peligro inminente para la sociedad,

 

JOAQUIN MARIN POSSO, Mh.

Especial para Primicia.

 

Las urgencias médicas en algunos hospitales es  un peligro  para los pacientes, e inclusive a los médicos de atención previa, el sistema los ha convertido en peligro inminente para la sociedad, las carreras en la atención, los horarios extendidos para estos trabajadores de la salud, los lleva a realizar  diagnósticos errados que en muchas oportunidades conducen a su paciente a una muerte consecuente. La mala suerte para una persona, es llegar a una emergencia cuando le toca un  médico que lleva  ocho horas de estrés laboral o tarde la noche cuando el cansancio y el sueño ha disminuido sus reflejos mentales  lo que conlleva en muchas oportunidades a una atención equivocada que puede, desafortunadamente reflejarse en la futura salud del paciente e inclusive la muerte como ha sucedido ya en algunos hospitales; lo delicado del asunto, es lo que implica ese daño irreparable a  una vida, las consecuencias derivadas de esa actitud que puede presentarse en la actitud médica puede darse una reacción en cadena; por ejemplo, la muerte por  ataque cardiaco, suicidio  de un familiar o incremento de patologías, sobre todo en personas con problemas cardiacos que viven solas suelen morir más pronto que quienes comparten un hogar, este es el gran daño que puede realizar un médico negligente; a esta conclusión, se llegó científicamente tras un análisis  a más de 44.000 personas  cuyos resultados dieron resultados positivos sobre estados  depresivos.  Investigaciones previas habían vinculado el aislamiento social con problemas de todo tipo, desde infartos hasta debilitamiento del sistema inmune, el trabajo se centró en quienes tenían un problema cardiaco conocido o alto riesgo de sufrirlo.

«Los pacientes que viven solos pueden tener más dificultad para reponer su medicación y tomarla regularmente -dijo Bhatt, de la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston (Estados Unidos)-. Tampoco tienen a nadie en casa para llamar al médico o a urgencias si no se sienten bien».  El estudio incluyó a más de 44.000 personas, de 45 años o más, de varios países del mundo. Durante los cuatro años que duró la investigación, un 7,7 por ciento de los participantes menores de 65 años que vivían solos murieron, frente al 5,7 por ciento de quienes compartían su casa con otros.  La brecha fue menor para las personas de entre 66 y 80 años, pero siguió siendo estadísticamente destacable tras tener en cuenta la edad, el sexo, el empleo, la raza y el país. Sin embargo, en el estudio, la situación de soledad de quienes tenían más de 80 años no estuvo ligada a las tasas de mortalidad.  Bhatt y su equipo creen que para las personas menores de 80 años, vivir solos podría representar problemas psicológicos y sociales; mientras para la gente muy mayor que vive sola, esta condición puede ser más sana e independiente. Sea cual sea la explicación, el experto señala que los cardiólogos deberían preguntar de forma rutinaria a los pacientes si viven solos.  «Si la respuesta es que sí, eso podría suponer un aviso y deberían asegurarse de que los pacientes tienen formas de conseguir su medicación regularmente», afirma.  Otra investigación, también publicada en Archives of Internal Medicine, y realizada por la Universidad de California (EE. UU.), concluyó algo muy parecido. Dirigida por Carla Perissonotto, utilizó los datos del Estudio de la Salud y la Jubilación llevados a cabo por el Instituto Nacional de la Vejez de ese país entre 2002 y 2008, y les hizo un seguimiento a 1.600 personas de 60 años o más, durante seis años. Los investigadores se centraron específicamente en la soledad que sentían o experimentaban los participantes y el impacto que ésta tenía en su vida. Al final, los que se sentían o vivían solos tuvieron 59 por ciento más riesgo de haber tenido un deterioro en la salud y un 45 por ciento más riesgo de haber muerto.  Según la experta, «quizás la soledad causa cambios en las funciones del sistema inmune o incrementa la respuesta inflamatoria en el organismo (…) Pero nuestro estudio observó un nivel más básico, el nivel social y vimos que al sentirse solo un individuo está menos involucrado con su ambiente y por lo tanto tiene menos probabilidades de involucrarse con su cuidado personal».