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PROSTITUCIÓN MASCULINA EN CUBA. CADA DÍA INGRESAS MÁS JÓVENES A ESTA ACTIVIDAD

En una esquina algunos jóvenes cubanos se ganan la vida con el sexo

En una esquina algunos jóvenes cubanos se ganan la vida con el sexo

Los  bisexuales u homosexuales en Cuba, terminada la faena pueden ser hasta guapos de barrio.

 

 

Rolando Cartaya

Especial  para Primicia

En La Habana se les puede distinguir por su juventud; sus cuerpos esbeltos, atléticos, cultivados a diario en algún insospechado gimnasio; su ajustada indumentaria, a menudo ropa de diseñador; sus teléfonos móviles de última generación; su perfume caro; y una apariencia metrosexual que incluye piernas, axilas y cejas depiladas, cabello bien cortado y laqueado, piercings, aretes, manicure y hasta algún maquillaje.

Los cubanos se refieren a ellos con una palabra soez derivada de la que identifica en el argot popular a su herramienta de trabajo, el miembro viril. A diferencia de sus similares femeninas, ejercen el comercio sexual por igual para clientes hembras y varones.

Principalmente, extranjeros de visita en Cuba: italianos, españoles, alemanes; más recientemente, canadienses y mexicanos. Gente con la codiciada moneda dura.

Para satisfacer al cliente, si es necesario, «apuntan y banquean», como se dice del bisexual en las calles de la isla. Pero están lejos de considerarse bisexuales u homosexuales. Terminada la faena pueden ser hasta guapos de barrio. Desde su punto de vista, sólo están «luchando». Una lucha que comenzó en el apogeo de la crisis extrema eufemísticamente llamada «período especial en tiempos de paz».

De todas las variedades del mercado clandestino que medraron en Cuba a partir de aquella debacle económica de los años 90, la prostitución o jineterismo, enfocada principalmente en el turismo extranjero, ha sido una de las más lucrativas, y desde luego, más al alcance de jóvenes y adolescentes. Sobre todo, después de que la crisis desvalorizó la importancia de hacer una carrera profesional o tener un empleo con el Estado.

Los vacacionistas que compran estos paquetes suelen ser de clase baja o media baja, y van con la intención de gastar lo menos posible. Tolerar el jineterismo –recordemos que Fidel Castro no las condenó, sino que las llamó «las prostitutas más cultas del mundo»–  era una forma de obligar a los visitantes a dejar también en Cuba las pocas divisas que llevaban en el bolsillo.

La carne de cañón para esta nueva «batalla de la revolución» no escaseó. Vea como se prostituyó la familia de Roy:

«Me puse a jinetear a los 20 años, estábamos en periodo especial y cada día era más duro. El hambre apretaba mucho y todo el mundo estaba hasta los c… de comer arroz y frijoles, frijoles y arroz todo los santos días. Yo tenía 20 años, mi hermano Raulito tenía 17, y la Muñeca (así le decíamos a mi hermana) acababa de llegar al mundo. El «puro» era médico (50 años) y mi mamá era maestra (37 años)».

«Yo empecé a inventarme un trabajo con una camarita que me había regalado un alemán. Tomaba fotos a las jineteras para después promocionarlas con los yumas. Cobraba dos «fulas» por cada foto, y en un mes me volví el fotógrafo de las p… (Así me decían). Mi hermano revelaba las fotos y el negocio salió bien».

«Pero qué va…, no alcanzaba y mi mamá también se puso a jinetear. Mi papá se fue con su revolución ….. Yo me peleé duro con él (…). Creo que siempre me ha echado la culpa de que mi mamá estaba jineteando. Decía que yo había llevado la perdición a la casa. En realidad, creo que dentro de él sabía que lo que nos estaba matando eran la mismas ideas que él iba sosteniendo a toda costa».

Juan Antonio Madrazo  –el coordinador del independiente Comité Ciudadano por la Integración Racial—escribió hace unos días en cubanet que la prostitución masculina es desde hace años una cruda e incómoda realidad que el narcisista machismo revolucionario trata de ocultar.

Esta escena es frecuente entre  cubanos y europeos.

Esta escena es frecuente entre cubanos y europeos.