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LA MALDAD DE LA CORRUPCIÓN

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LA MALDAD DE LA CORRUPCIÓN

Colombia, en todas sus estructuras, se encuentra permeada por la mafia de la corrupción. Prueba de ello son  los múltiples escándalos que se producen  a diario por cuenta de los «ladrones de cuello blanco». Todos, absolutamente todos, los sectores han registrado casos relacionados con corrupción. Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial se han visto envueltos en diversos hechos delictivos como consecuencia de la corrupción que campea a lo largo y ancho de la Nación, y desde lo más alto del poder hasta los más humildes servidores del Estado. La crisis de la moralidad en Colombia sigue en el suelo. Hasta las Fuerzas Militares fueron absorbidas por la maldad  mafiosa de la corrupción.

 

Las últimas generaciones, que han tomado como hábito insaciable la corrupción, cada día hunden más en el fango a nuestro país. Lo que pensábamos hasta hace poco que era una práctica exclusiva de la clase dirigente, se ha extendido a todos los sectores. Ahora se habla de «aprovechar el cuarto de hora» por quienes son nombrados en cargos de responsabilidad o elegidos por el voto popular. Y eso significa aprovechar para robar al erario.

Los «negocios» saltan al orden del día. Ahora esta pésima y corrupta costumbre  ha originado que determinados sectores se hayan dedicado, sin ninguna vergüenza, a extorsionar para enriquecerse ilícitamente, y de manera fácil. La delincuencia que promueve la corrupción nos está llevando al fondo, y no hay autoridad alguna que luche por acabar con el cáncer que se ha carcomido la sociedad colombiana.

Es hora de que las nuevas generaciones asuman un papel protagónico para evitar que Colombia siga siendo el paraíso de la corrupción y otros delitos. Nuestro país y nuestra gente merecen una mejor suerte. Hemos soportado la violencia, el narcotráfico, el paramilitarismo y una guerra sin cuartel que se vive desde hace más de medio siglo. Llegó el momento de buscar caminos decorosos, que hagan sentir orgullosas a las nuevas generaciones.