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NOTA EDITORIAL: COLOMBIA DE PARO

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COLOMBIA DE PARO

 

Definitivamente, en Colombia la crisis del campo se agudiza cada día más, y los trabajadores de ese sector, como último recurso, lanzan su protesta en la realización de un paro agrario.

El Gobierno nacional, desde hace más de 20 años, se ha caracterizado por incumplir los acuerdos que se firman para levantar los paros anteriores, lo cual  ocasiona nuevas protestas. La salida tradicional del Gobierno es acusar a los campesinos de permitir que la guerrilla haga parte de las protestas, sin prueba alguna y con el único propósito de debilitar el movimiento campesino.

El campo en Colombia está llegando a su fin, como consecuencia de la apertura del comercio a través de los Tratados de Libre Comercio ─TLC─, que se implementaron sin ninguna medida protectora para los trabajadores del campo y que han ocasionado la crisis más grave de la historia.

Los campesinos, como consecuencia de la presión económica y la persecución de grupos armados que les arrebatan sus tierras a sangre y fuego para promover los megacultivos de palma, se han visto en la imperiosa necesidad de engrosar los cordones de miseria en  las ciudades, en un esfuerzo por salvar sus vidas.

Es hora de que la sociedad medie entre las partes en conflicto para que se logren acuerdos concretos, con la plena seguridad de que no vayan a ser incumplidos por el Gobierno, como ha sucedido siempre.

Los campesinos ha sido un sector importante en el desarrollo económico de Colombia, en especial por abastecer el mercado de todos los colombianos a pesar de recibir un pago injusto en sus productos frente a los gastos que deben hacer para producir alimentos.

Es hora de que el Gobierno nacional  busque y adopte soluciones definitivas para el campo colombiano, no «pasar de agache» al estigmatizar la protesta con los anuncios permanentes de que se trata de una acción de fuerzas irregulares que utilizan a los trabajadores del campo.

En los caminos hacia la paz debe hacerse partícipes a los campesinos, que han sido las principales víctimas de la guerra interna que se vive desde hace más de medio siglo en Colombia.

La paz debe ser de todos, uno de algunos que quieren beneficiarse electoramente, como sucede en la actualidad. La paz se empieza por el campo, y en Colombia los campesinos deben recibir la atención que se merecen por ser la población con mayor sacrificio.

Es por ello que el paro es el único camino que les queda a los campesinos cuando un Gobierno miente y engaña.