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NOTA EDITORIAL: EJEMPLO PARA EL MUNDO

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EJEMPLO PARA EL MUNDO

«Colombia no es guerra, Colombia es amor», fueron las palabras que le brotaron del corazón al campeón de los campeones: Nairo Quintana, un humilde campesino boyacense que le ha dado la alegría más grande al país en materia deportiva, al alzarse con el título de la mayor carrera ciclística de Italia.

Así es Colombia. Con el esfuerzo, la disciplina y la dedicación de la gente humilde es un ejemplo para el mundo, en una titánica labor por combatir la pésima fama que nos ha hecho ganar la escoria delincuencial, política, minoritaria y guerrera que nos ha hecho ver ante el planeta como un país de parias.

La labor de los deportistas es titánica. Con esfuerzo propio han tendido que salir adelante ante las adversidades pues  no existe un programa estatal que fomente el deporte en Colombia. Nos acostumbramos a que los recursos estatales siempre paran en los malolientes bolsillos de unos delincuentes, que a través de la corrupción se  enriquecen fácilmente.

¡Qué diferencia tan grande entre los humildes deportistas y los corruptos! que han logrado permear todas las instituciones, y con ello han ocasionado la muerte de miles de compatriotas que no pueden acceder a los más elementales derechos como son la educación, la vivienda, la salud, adquisición de alimentos, entre otros, como consecuencia de la voracidad de aquellos criminales de oficio.

¡Qué alegría tan grande nos dan nuestros deportistas, nuestros estudiantes y nuestros profesionales que se han visto obligados a abandonar el país! Brillan con luz propia en otras partes del mundo, donde la injusticia social no se ha arraigado como en nuestra Colombia, en donde los derechos son para una clase privilegiada y las obligaciones son para un inmenso pueblo que cada día se debate entre la miseria y la desesperanza.

Es hora de buscar la justicia social, la cual puede llegar a través de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que permita la redacción de una nueva Constitución Política que reivindique los derechos de las gentes humildes, y que no permita, en el futuro, la masacre de la Carta Magna, como sucedió con la Constitución de 1991, que dice todo lo contrario de la original.

Estos cambios fueron realizados de manera fraudulenta por un Congreso en donde buena parte de sus miembros fueron elegidos de manera ilegítima. En donde una fuerza importante llegó a sangre y fuego con la ayuda de criminales de trayectoria reconocida, agrupados en la extrema derecha del paramilitarismo y en una corrupta clase política que ni vergüenza siente de sus fechorías.

Colombia, aprovechando que hay vientos de paz y que puede cesar una guerra fratricida que lleva más de 50 años, debe buscar la manera de alcanzar la anhelada convivencia pacífica; y, sobre todo, sostenerla para siempre. Eso se puede hacer solamente si se alcanza la justicia social.