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NOTA EDITORIAL:PROBLEMA SIN SOLUCIÓN

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 PROBLEMA SIN SOLUCIÓN

 

En Colombia nos acostumbramos a no solucionar los problemas, sino a buscar que terminen por físico cansancio.

Esta situación se ve reflejada en el paro agrario, que completa 10 días sin que se vislumbre acuerdos o soluciones;  por el contrario, se anuncia una huelga nacional, a la que  se sumarán sindicatos y otras organizaciones de índole popular.

El Gobierno nacional tiene en buena parte la responsabilidad de este conflicto que parece sin fin. Su  origen  es el incumplimiento de los pactos firmados durante el que en su momento calificó el presidente Santos como «el tal paro agrario no existe». Pero existió en septiembre del año 2013.

¿Cómo es posible que los campesinos tengan que soportar toda clase de atropellos por las fuerzas legales e ilegales sin que pase nada? Esa situación podría degenerar en pronunciamientos de organismos internacionales, que estudian una posible violación de los derechos humanos en Colombia.

Los campesinos, a lo largo  de la Historia, han vivido en carne propia la violencia, la estafa y toda clase de atropellos. Han sido asesinados, torturados y desplazados; y se les han arrebatado sus tierras.

Desde  el año 2002 se realizó una campaña a sangre y fuego, en la que  más de cuatro millones de colombianos fueron desplazados por ejércitos de la ultraderecha, dedicados al narcotráfico y el paramilitarismo.

La violencia vivida en Colombia tiene los peores horrores de la humanidad, y cuenta con la complicidad de la clase gobernante, económica, financiera,  política y hasta de poderosos medios de comunicación.

Llegó la hora de reivindicar a nuestros campesinos. Las autoridades deben buscar los mecanismos para evitar que ellos sigan siendo desplazados, más ahora por las pérdidas que ocasionan sus cultivos por cuanto se ha permitido la entrada de alimentos del exterior. De allí  llegan a menor precio como consecuencia de los subsidios que otorgan diferentes Gobiernos extranjeros.

Los campesinos deben ser protegidos por las autoridades gubernamentales colombianas y tener el reconocimiento de los ciudadanos  como consecuencia de su anegada tarea para seguir contribuyendo al progreso y desarrollo de Colombia.

Los campesinos, al paso que avanzamos, quedarán totalmente extinguidos como consecuencia de la voracidad de las multinacionales y los hacendados de aporrarse de las tierras, mientras que los nobles campesinos cada día engrosan más los cordones de miseria en las ciudades.

Los campesinos también son colombianos y tienen todo el derecho a recibir la atención del Estado, no la persecución que siempre han sufrido.