Destacadas, Editorial

TRANSPORTE EN CRISIS

NOTICAEDITORIALTransporte en crisis

Las autoridades distritales no han abordado con seriedad  el colapso del transporte masivo en Bogotá. Se limita a aplicar paños de agua tibia, cuando la enfermedad es grave y puede ocasionar una tragedia de grandes proporciones.

La situación se origina en el manejo de la empresa Transmilenio, que  ha preferido seguir contando con los servicios del gerente, Fernando Sanclemente, que ha llevado este servicio al caos y cuyo  único mérito es ser cercano al alcalde de Bogotá, por sus nexos de  familia.

Bogotá y sus universidades cuentan con profesionales importantes en materia de movilidad que no han sido llamados a solucionar la crisis en que la clase política y empresarial metieron a Bogotá, como consecuencia del negocio montado, donde priman los resultados económicos antes que el servicio a la gente.

La degradación y la violación de los derechos humanos contra los usuarios del servicio de Transmilenio han sobrepasado todos los límites, sin embargo, las autoridades y directivos de la empresa prefieren pasar de agache.

La gente es obligada a transportarse como ganado, tiene que hacerlo por obligación al suspenderse varias rutas del transporte de buses, que, poco a poco, está desapareciendo para conformar un monopolio del transporte que ahora pretende hacerse cargo hasta de los taxis.

La voracidad empresarial, con la complicidad gubernamental, es la única responsable de lo que está sucediendo en Bogotá, y pronto va a suceder en diferentes regiones del país.

Bogotá tiene derecho a conocer en detalle en que se están gastando las multimillonarias partidas en materia de movilidad, cuando la ciudad se encuentra pasando por la mayor crisis de la historia en todos los aspectos del transporte y del estado de las vías.

El estrés generado por los permanentes trancones, que no  viven los funcionarios de cuello blanco que se movilizan en caravanas de carros blindados, que se  abren paso con motociclistas de la Policía, también ayuda a generar el desorden reinante.

Es hora de que las cosas empiecen a cambiar para que la ciudadanía pueda contar con un servicio decente de transporte, y que los usuarios sean tratados con dignidad en las estaciones, los alimentadores y los articulados.

Este llamado lo hacemos porque observamos la decidía de la empresa y las autoridades, que pueden ser los responsables si se  llega a producir  una tragedia.