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NOTA EDITORIAL: VUELVE Y JUEGA

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En Colombia hace falta seriedad en todos los campos. Hace poco se realizó un paro agrario del cual  el mismo presidente Santos dijo la célebre frase: «Ese tal paro no existe». Hoy, la historia se va a repetir como consecuencia del incumplimiento de los compromisos firmados entre el Gobierno y los campesinos.

¡Cómo es posible que se firmen acuerdos y antes de ponerlos en vigencia se incumplan los compromisos! Por favor, exijamos seriedad para que el país no toque fondo.

Los trabajadores del campo son unos colombianos que exigen con justa razón que se los atienda de manera inmediata, y que se cumpla cada uno de los acuerdos  con el propósito de seguir trabajando por la grandeza del sector rural en nuestra patria.

La miseria en el campo ha llegado  a cifras escalofriantes. Cinco millones de campesinos han sido desplazados, doscientos cincuenta mil compatriotas han sido asesinados como consecuencia de la violencia reinante, especialmente en las zonas rurales y sesenta mil colombianos, en su mayoría desplazados, han sido desaparecidos.

El campesinado colombiano ha soportado los peores vejámenes. Ha sufrido en carne propia toda clase de atropellos por parte de los ilegales y de quienes se hacen llamar legales.

No es posible que la dirigencia gubernamental esté contribuyendo de manera intensa a acabar con el campo. Primero, se firman unos acuerdos internacionales con  los que los más damnificados resultan ser los más vulnerables compatriotas, cuyo  único «pecado» es trabajar de sol a solo para poder surtir al país de alimentos.

Y como si fuera poco se prometen soluciones concretas que nunca se cumplen (fea costumbre de esta y de las anteriores Administraciones). Los campesinos son engañados sin misericordia alguna por unos burócratas que desde sus lujosas oficinas prometen el Cielo y la Tierra, con la clara intención de incumplir los acuerdos o compromisos.

Es por ello que los trabajadores del campo, cansados de los engaños, anunciaron la realización de otro paro agrario. De inmediato, se prendieron las alarmas en un Gobierno que está en plena campaña política en busca de la reelección presidencial.

El Gobierno niega rotundamente que esté incumpliendo los compromisos con el argumento de que poco a poco sí se cumplen y que lleva su tiempo ver los resultados. De igual manera, aplican la estrategia de desprestigiar a sus dirigentes al señalarlos  de  lucrarse  al amparo del movimiento campesino.

Colombia necesita cambios estructurales que reivindiquen la labor del campesino como el primer productor de riqueza en el país, y que no lo ubiquen como una persona violenta o terrorista que atenta contra el Estado.