Editorial, Opinión

EL MAYOR LEGADO DE FIDEL

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Durante los últimos días pudimos leer un sinfín de crónicas y notas de opinión en relación al sensible fallecimiento de Fidel Castro Ruz. El personaje en cuestión, enorme por su accionar y sus ideas, cambió el rumbo de América Latina. Y eso amerita que existan diversos balances, en su gran mayoría -hay que decirlo con claridad- favorables a su legado, a su obrar político: popular, transformador, hereje, subalterno, plebeyo.

A la pregunta

«¿Qué era Cuba sin Fidel Castro?»se la puede responder solo leyendo las crónicas de las administraciones previas a la Revolución Cubana, allí donde el gobierno norteamericano fungía como gendarme eterno de un suelo que le era ajeno. La Cuba de Fidel es la Cuba de la salud y la educación pública para grandes y chicos, reivindicada por UNESCO y UNICEF en reiteradas ocasiones.

La Cuba de Fidel es la que consiguió, con la diplomacia de los pueblos, torcer el voto de importantes países en la Organización de Naciones Unidas para denunciar el criminal bloqueo norteamericano -incluso, este año, hasta el propio EEUU tuvo que votar abstención para evitar una nueva derrota contundente-. La Cuba de Fidel es la que permitió cubrir todas las necesidades de los niños de su país, en un mundo donde estos son arrojados al vacío permanentemente. Fidel puso a Cuba en el mapa mundial, le guste a quien le guste, y le pese a quien le pese. Fue un destacado «global player»: dotó a una isla pequeña de una entidad superlativa en el escenario global.

Durante sus últimos se reunió con Francisco, Putin, Xi Jinping, Cristina Fernández de Kirchner, Mujica, Maduro, Correa y Evo Morales, entre otros. Escribió sobre la progresiva irrupción de un mundo multipolar y sobre el importante rol de China y Rusia en esa nueva configuración, donde América Latina y el Caribe deben ser uno de los polos de ese mundo emergente, distinto al unipolar verificado tras la caída de la URSS. Fue un estratega de la geopolítica, analizando todas las variables del plano internacional, a la par que seguía el día a día del plano domestico -el que determina la cotidianeidad de los cubanos, su humor social-.

Fidel murió. Sus ideas, tal como el lo hizo saber en el último congreso del Partido Comunista de Cuba -que fungió casi como una despedida pública- quedarán vivas en millones de personas del mundo entero que hoy lo lloran, pero que tomarán su legado para hacer de este mundo un lugar un poco más justo.

Juan Manuek Karg