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Nota Editorial: CESÓ LA HORRIBLE NOCHE

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A partir de hoy Colombia respira un aire de paz. Por fin se firmó el primer acuerdo de paz entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ─FARC─, con el que las partes se comprometen a trabajar unidas por la grandeza y el desarrollo del país, con parámetros de justicia social.

Por fin Colombia vuelve a ver la luz al final de 52 años de una guerra fratricida, que dejó más de cuatro millones de víctimas, por un conflicto que fue superado al término de cuatro años de negociaciones, que contaron con el apoyo decidido de la comunidad internacional.

El acuerdo de paz ha sido un ejemplo en el mundo, por cuanto se busca que nunca más se repita la tragedia humana que enlutó a buena parte de la población, y en la que las víctimas -en su mayoría- fueron gentes humildes de ambos bandos.

Colombia, por varias generaciones, fue testigo de una guerra sin cuartel, en la que  fueron violados todos los derechos humanos, ante el asombro del mundo entero. Hoy las partes enfrentadas han podido convivir en unas exitosas negociaciones, y ante el asombro de todos se constituyeron en aliados para reparar los daños que se le ocasionaron a la población civil y a todo el país.

La población civil mira el horizonte con positivismo, en espera de que por fin en Colombia se pueda convivir de manera armónica; que ahora se pueda superar la enfermiza posición de la ultraderecha colombiana, que, en un acto ciego de rencor y buscando acomodar sus intereses políticos y económicos, en buena parte forjados con la sangre de muchos compatriotas, no duda en atacar la paz e impulsar la guerra para que se siga desangrando nuestra patria.

¡Basta ya a la guerra! Ese es un grito mayoritario hoy. Colombia, llena de gente buena y de paz, respalda el cese de la guerra en busca de la convivencia y, sobre todo, para que las nuevas generaciones no vivan un solo día más de confrontación bélica, como, sin fortuna, nos tocó vivir con la muerte, la miseria y el terror.

Los protagonistas del conflicto armado deben ahora luchar con ideas para plantear la solución de los múltiples problemas que afectan al país. Colombia cuenta con las maravillas de la naturaleza, y, ante todo, con la estupenda calidad de la mayoría de las gentes que, humildemente, han tenido que soportar una guerra ajena, con toda atrocidad.

Por fin vamos a pasar la página ensangrentada de nuestra historia. Por fin las nuevas generaciones conocerán la paz. Por fin todos los colombianos honestos, humildes y trabajadores, diremos en coro como nuestro himno nacional: ¡cesó la horrible noche!