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Venezolanas: SE TOMAN LA PROSTITUCIÓN EN COLOMBIA

El 23 % considera que la prostitución es la única manera de sostenerse económicamente. Mientras 6 de cada 10 venezolanas han intentado realizar otra actividad pero se han visto obligadas a vender su cuerpo. 

 

 

 

 

 

Al menos 6.500 mujeres inmigrantes venezolanas, entre 18 y 25 años, se han visto obligadas a dedicarse al trabajo sexual en Colombia.

Según estudios realizados por la Secretaria Distrital de la Mujer y el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá, Colombia tiene los más altos números de venezolanas, algunas profesionales, que venden su cuerpo a cambio de dinero.

El informe reveló que el 37 % de venezolanas son jóvenes de entre 18 y 25 años. De esa cifra, el 54 % terminó el bachillerato y 33 % la universidad.

Un dato que refleja el drama de esta problemática es que el 70 % llegó a la capital colombiana entre enero y diciembre de 2017. De ese éxodo, el 23 % considera que la prostitución es la única manera de sostenerse económicamente. Mientras 6 de cada 10 venezolanas han intentado realizar otra actividad pero se han visto obligadas a vender su cuerpo.

El estudio reseña que algunas mujeres han sufrido violencia por parte de un cliente.

El 60 % cobra tarifas de entre 8 a 17 dólares, equivalentes a 25.000 a 50.000 pesos colombianos. Y el 5 % cobra 3 dólares, monto que solo alcanza para una comida diaria al día.

Organizaciones no gubernamentales dicen que las venezolanas que se prostituyen lo hacen por tarifas baratas, algunas piden a cambio comida.

Esta situación ha generado polémica en Colombia, esto debido a que los hombres se han aprovechado de la condición vulnerable en la que se encuentran y les hacen ofertas «engañosas». Luego son llevadas a otros países y las obligan a acostarse con clientes a cambio de que no las maltraten o en las peores condiciones las maten.

«Venezuela debe preocuparse por las mujeres que están siendo expulsadas de su territorio por la necesidad, esto porque son presas fáciles de las redes internacionales de tratas de personas. Empezando por el estereotipo de que las venezolanas son las más bonitas y atractivas. Esto ha hecho que en el mercado negro del consumo del sexo sean captadas  y no se les ofrezcan otras oportunidades», dijo la directora de la corporación Anne Frank, Claudia Quintero .

Denunció que «ese es un trabajo que ofrece solo violencia». Ante ello, pidió «una intervención humanitaria urgente».

Detalló que las mujeres que no cumplen con las reglas son multadas por los proxenetas.

«Las mujeres deben cumplir con unas fichas; son las personas a las que tienen que venderse. Si quieren salir con un tercero que no está en la ficha del prostíbulo deben pagar una multa al proxeneta».

«Eso es explotación. Hay personas que se están lucrando en Colombia con el cuerpo de las venezolanas. Pedimos que el Gobierno colombiano intervenga», agregó.

Precisó que el caso ha sido llevado a la Organización de las Naciones Unidas y a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos pero las audiencias han sido denegadas.

«Denunciamos que no hemos sido escuchadas», concluyó.

En Bogotá

El barrio Santa Fe, la zona de tolerancia más amplia de Bogotá, ubicada en la localidad de Los Mártires, muestra, según datos de la Alcaldía, más de 3.000 mujeres que ofrecen servicios sexuales, en alguno de los 40 establecimientos nocturnos existentes.

La prostitución también se ejerce en pequeños zaguanes con parqueadero, en donde el cliente paga por determinado tiempo sin derecho a música ni alcohol.

  • La llegada de las venezolanas al sector cambió la manera de trabajo. Mientras ellas tienen precios que oscilan entre  $15.000 y $20.000; las colombianas cobran $40.000.

Incluso, la Fiscalía selló bares en donde solo trabajaban mujeres del vecino país, algunas de las cuales, vivían en la oscuridad de su propio encierro.

  • A la inseguridad y al maltrato, se le suman las miradas escrutadoras de motociclistas y de conductores que han popularizado algo que llaman el ‘Cuquitour’, una expedición erótica voyerista.

La presencia de estas mujeres se refleja con facilidad en los letreros pegados en las tabernas. Para muchas de ellas, llegar a la capital de la República no es sinónimo de abrazar los sueños, sino de vivir un infierno interminable.

 

 

El barrio Santa Fe, la zona de tolerancia más amplia de Bogotá, ubicada en la localidad de Los Mártires, muestra, según datos de la Alcaldía, más de 3.000 mujeres que ofrecen servicios sexuales, en alguno de los 40 establecimientos nocturnos existentes.