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 Editorial: MINERÍA EN COLOMBIA

MINERÍA EN COLOMBIA

Colombia, día a día, se deteriora más y pierde sus recursos naturales como consecuencia de las minería legal e ilegal que explotan los recursos naturales  con la complicidad de las autoridades estatales.

El país, a pesar de ser rico en minerales, como el oro, vive en las zonas de explotación la mayor miseria como consecuencia de la mala distribución de los recursos, que, en su totalidad, son enviados al exterior por multinacionales que ejercen un verdadero monopolio con los respectivos permisos del Estado.

Entre tanto, en sitios ya explotados surge la minería ilegal. En unos casos como consecuencia de la pobreza absoluta de las personas que acuden a esta actividad para poder subsistir.

Sin embargo, grupos irregulares, especialmente relacionados con el paramilitarismo y el narcotráfico, se han apoderado de otras regiones; allí cuentan con maquinaria pesada, y dejan a su paso la destrucción de los recursos naturales renovables y no renovables de Colombia.

Lo grave de esa situación es que por preferir la explotación del oro y algunas  piedras preciosas Colombia se está quedando sin agua, y con la naturaleza totalmente destruida, pues en tales actividades se utilizan mercurio y otros productos contaminantes que  envenenan a diario el medioambiente.

Las licencias para la explotación de los minerales se han convertido en negocio de una mafia,  son entregadas a diestra y siniestra, sin ningún control, a quienes llegan con jugosas cantidades de dinero que exigen algunos corruptos funcionarios estatales.

Las Fuerzas Armadas también han sido partícipes de esa actividad, al permitir el traslado por las principales vías colombianas de maquinaria pesada, la cual llega a sitios remotos donde la destrucción es total.

En el Congreso, donde se legisla y se toman las medidas del caso, para proteger a los colombianos, la mayoría de los políticos se encuentran más interesados en enriquecerse legal o ilegalmente, pasan «de agache» ante la tremenda crisis que se avecina; pero ellos o no la ven, o se hacen los que «eso no es conmigo».

Por ello se hace necesario que todos los estamentos de la comunidad empecemos a defender nuestros recursos, para que las nuevas generaciones no vayan a vivir los inconvenientes que se ven a corto plazo.