Internacional, TOP

Gervasio y sus dos amores: EL MAR LE REGALÓ LA REINA

El 17 de abril del 2008 se le otorgó la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

 

 

 

Texto y fotos

Lázaro David Najarro Pujol

Desde que llegó a Santa Cruz del Sur procedente de Niquero, Granma, en el oriente de Cuba, conocí a Gervasio Anaya García, conversador y jaranero, amante del trabajo y también de las fiestas.

La obra de instructor de artes plásticas Igor Lachicott Castillo, inmortaliza al pescador, Héroe del Trabajo de la República de Cuba y patrón, durante unos 23 años, del barco langostero Argus 7 (de 20 metros de eslora), del Combinado Pesquero e Industrial de Santa Cruz del Sur. Lo perpetúa, inclinado sobre el mar desde su chalán, con chapingorro de vara larga y cubo con fondo de cristal, en manos.

En la zafra de 1970, allá en su terruño, lo proclamaron Vanguardia Nacional. Cortar caña era lo mejor que sabia hacer en esos tiempos. Ni siquiera imaginaba que su vida transcurriría entre el fango tenaz de los esteros y las aguas verde-azules del archipiélago Jardines de la Reina, todo un paraíso, refugio de disímiles especies marinas, y en especial de la langosta.

Nació también con la influencia de las aguas marinas del Golfo de Guacanayabo, allá en Niquero. Pero esa brisa marina que percibía desde su humilde hogar, lo hechizó, y en 1973 emprendió viaje a Santa Cruz del Sur, tras finalizar su periodo el servicio militar 4y recibir el diploma de patrón de plataforma del instituto marítimo «Andrés González Lines», de Manzanillo.

Cuando lo visité en 2018 en el reparto Desarrollo, Anaya me mostró con orgullo la condecoración de Héroe del Trabajo de la República de Cuba obtenida en el año 2008.

Precisamente en los Jardines de la Reina capitaneó diversas embarcaciones, entre ellas los langosteros ferrocemento 289 y 17.

Jamás imaginó entrar en el desconocido mundo del mar: Dio sus primeros pasos en ese universo marino en una brigada dedicada a cortar jatas en una parte del área donde está ubicada la cayería Jardines de la Reina.

–Con esos troncos construíamos los pesqueros para la captura de la langosta, dijo con agrado.

Lo recuerdo también durante mis recorridos por Las Doce Leguas y mis vínculos laborales con su hermana Clara Anaya, locutora de la emisora Radio Santa Cruz.

Durante 23 años, capitaneó el barco langostero Argus VII. Lo coronaron Vanguardia Nacional en 22 ocasiones (1984 – 2006), por sus resultados productivos en ese maravilloso universo donde los hombres se curten con el ardiente sol, el salitre y la humedad de la luna de los Jardines de la Reina.

El guajiro, devenido pescador; hombre de complexión física resistente a los vientos del sur. Su sonrisa permanente y su capacidad para capitanear embarcaciones lo caracterizaron en más de medio siglo, de lazos con el mar y los cañaverales. Se convirtió en leyenda al ser capaz de extraer de los Jardines de la Reina 116 toneladas del crustáceo en 1989, en su ferrocemento 289, aunque en años anteriores y posteriores su promedio oscilaba entre las 80 y 90 toneladas de la llamada Dama del Cristal.

Entre lágrimas de alegría y aplausos subió a la gloria el 17 de abril del 2008 cuando se le otorgó la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

–Es un gran honor, me dice al mostrarme el galardón, que el diploma que confiere tan alto estímulo esté firmado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz.

Gervasio, pescador con alma de poeta, al decir al periodista Roger Ricardo Luis «¡El sol! Te achicharra la piel y luego te la convierte en cuero de zapato. Pero, ¡ah!, el mar te regala la luna».

Los dos amores de Gervasio

Este hombre sencillo confiesa dos amores. Las dos son Reinas. Una relación de casi cinco décadas.

Su gran amor es sin lugar a dudas la esposa Ada Pérez Salazar y su familia. Los ven partir a Cabeza del Este, a unas 30 millas mar adentro. Sitio que forma parte decisiva de la vida del pescador. Ada se queda en el trono en tierra, durante más de doscientos días al año, como Reina de los hijos y los nietos.

Le confesó al colega Ricardo Luis que su otra pasión es la langosta: «señora de cola pronunciada, de carne blanca y jugosa. Se conocieron cuando él se lanzó por primera vez a las aguas tibias y tranquilas» de los Jardines de la Reina.

Le fascinaba esos paisajes paradisíacos que exploró, navegó y disfrutó durante más de cuarenta años. Se sumergía con placer de pescador de langostas para escudriñar el enigmático y multicolor universo submarino «en busca del crustáceo, sin faltarle, por supuesto, el jamo con una vara larga para darle captura» a la Dama del Cristal.

Desde los cañaverales de Niquero, donde cortaba caña, «veía el mar muchas veces, pero tal vez no imaginaba entonces que debajo de aquel inmenso manto azul lo aguardaba el amor más viejo, difícil y entrañable de su vida»..

«Quizás fue la brisa marinera la que le trajo como un código secreto el primer aviso de su amada desde el fondo marino. Tanto lo sedujo, que hizo realidad un cambio de oficio tan poco común».

De cómo lo conquistó, eso ni él mismo lo sabe. Todo parece indicar que fue en Varadero, en 1970. Había ganado la condición de Vanguardia Nacional por sus excepcionales resultados como machetero, y en sus aguas mansas color esmeralda encontró el embrujo. «Cinco años después que se dio el chapuzón definitivo la familia marchó a Santa Cruz del Sur, en Camagüey, y el empleo que encontró fue justamente el de pescador».

Gervasio Anaya García, el pescador alegre, amante de las fiestas y la mar amó hasta el día de su muerte, el 9 de diciembre de 2019 (a los 66 años de edad.), a sus dos grandes pasiones: Las dos Reinas, un amor que se prolongó durante casi cinco décadas.

«Quizás fue la brisa marinera la que le trajo como un código secreto el primer aviso de su amada desde el fondo marino. Tanto lo sedujo, que hizo realidad un cambio de oficio tan poco común».

Gervasio con amigos y familiares, siempre ha sido acogido.