El asesinato que enluta a Bogotá, el de Juan Carlos Gálvez, de 27 años, un joven que fue asesinado mientras hacía su primer domicilio en la calle 17 Sur con la Carrera 11 en el barrio Ciudad Jardín Sur, luego de que un desalmado le pegó un tiro en el pecho a quemarropa.
Jorge Giraldo Acevedo
Juan Gálvez, el domiciliario asesinado
Juan Carlos tuvo que empezar a ser domiciliario en el mismo restaurante donde trabajaba su hermano Kevin, de 22 años, porque el hotel Habitel, donde laboraba, se fue a pique por el coronavirus, situación que llevó a que no le renovaran el contrato.
En su primer día de domiciliario, Juan Carlos recibió un pedido sobre las 8:00 p.m. Su hermano, Kevin, cuenta sobre el hecho, que en el momento en que su hermano entregó el domicilio, estaba hablando con él, por eso alcanzó a escuchar cuando el ladrón le dijo a Juan Carlos: «¿Qué hubo pirobo*?, bájese del celular».
Después, Kevin escuchó los ruidos del forcejeo, el sonido seco del impacto del disparo y los jadeos de dolor de su hermano, al que se le fue escapando la vida en un frío andén bogotano. El hermano de la víctima llegó al lugar unos minutos después y pudo ver a Juan Carlos vivo, aunque el dolor del impacto no le permitió a decir ni una palabra.
Una ambulancia lo llevó al Hospital San Rafael pero la gravedad de la herida cobró la vida de Juan Carlos.
Las autoridades lograron localizar a los asesinos después y tras una intensa persecución, interceptó a los delincuentes que se movilizaban en un vehículo particular, logrando la captura de dos mujeres y un hombre, también se incautó el arma homicida.
«Esto me parte el alma. Son jóvenes, trabajando, asesinados por robarlos. La Policía capturó inmediatamente a los asesinos, pero eso no le devuelve la vida a Juan Carlos y su familia. A la gente no la pueden seguir matando por un celular o una bici».
Ese fatídico día, la tripulación del hombre que asesinó al joven se enfrentó a disparos con las autoridades en el barrio Gustavo Restrepo, quedando retenidos el presunto criminal que accionó el gatillo del arma de fuego, la mujer que iba conduciendo, hermana del malandro, y hasta la compañera sentimental del posible culpable.
Todos quedaron por cuenta de las autoridades competentes y enviados a la cárcel por las medidas de aseguramiento dictadas, mientras el muchacho infortunadamente perdió la batalla contra la muerte al recibir el certero balazo en el pecho.
