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Libros: ERRADICAR LA ECONOMÍA SUBTERRÁNEA

 

Gerney Ríos González

Libro de su autoría: Economía Subterránea

 

La falta de una bien estructurada política agraria ha llevado a sucesivos gobiernos a enfrentar situaciones sociales de riesgo, causando muerte y destrucción, a la par con el surgimiento de la economía subterránea, la cual va concatenada con funciones al margen de la ley, en el caso específico de Colombia, relacionada con todos los elementos del mercado del narcotráfico, verbigracia, producción, distribución, consumo y finanzas, constituyéndose en uno de los grandes males del planeta. Además, elude la legislación fiscal y laboral, violatoria de los códigos penales, por actividades relacionadas con el comercio ilícito de drogas, el lavado de dinero, los juegos de azar, la prostitución y los delitos de violencia.

Si los cultivos fueran sanos no crecerían los conflictos como los suscitados en zonas en las cuales ejerce una real influencia la economía subterránea y en territorios donde el acceso de la fuerza pública es un «imposible físico». Se trata de «repúblicas independientes» que irradian su funesta influencia a lo ancho y largo del país. Así se explica que en el norte hayan brotado marchas campesinas de respaldo a los labriegos del Caquetá; indígenas de Nariño y Cauca fletaron sus tierras para los labrantíos ilícitos, otros sembraron de su cuenta y riesgo atraídos por ganancias rápidas que no les daba la agricultura tradicional de pan coger.

Estas marchas como sus antecesoras en el medioevo mundial o en el siglo XVI en Colombia, se originaron cuando las autoridades comenzaron a erradicar los sembrados de coca o la fumigación aérea con herbicidas, inclusive dañinos para la salud humana y los cultivos de papa, caña de azúcar, plátano, maíz, trigo y arroz.

Las plantaciones de coca y amapola reemplazaron en forma notoria las cosechas de extensos labrantíos y esta es una de las razones de los altos precios en los alimentos agrícolas que a diario se elevan considerablemente.

Las vastas hectáreas destinadas motu proprio por los campesinos para la coca o forzados por la economía subterránea que los obliga a cultivar ilícitamente para surtir de materia prima los clandestinos laboratorios es otra de las razones por las cuales hay épocas en las que escasean los productos del campo, encareciendo la canasta familiar en las ciudades.

En Roma se reunieron los Jefes de Estado de países industrializados y en desarrollo, para discutir el problema mundial de alimentación, asunto que flaquea frente al aumento de la población y la destinación insensata de millones y millones de dólares para el armamentístico y la guerra.

El foro mundial aboca una serie de temas relacionados con la demografía y la forma de alimentar a pueblos enteros que sufren de hambruna, especialmente en África y Asia.

Los dirigentes globales firman compromisos de buena voluntad, poco pragmáticos, para asegurar la seguridad alimentaria, erradicar el hambre y la desnutrición de la que Suramérica presenta alarmantes índices en su población infantil. Colombia con sus ricas tierras, la gran alternativa para convertirse en la potencia orbital generadora de comida.

La producción agrícola del mundo está en peligroso descenso. Hay suficiente oferta de alimentos, pero sólo para aquellos países consumidores con gran poder adquisitivo, los cuales precisamente estimulan los conflictos bélicos; verdaderas superpotencias.

Existe abundante déficit de alimentos en el mundo, pero la ausencia de ingresos en pueblos enteros, es el factor predominante en cualquier conferencia sobre el particular. ¿Qué hacer?

«La desaceleración de la producción no es en sí un resultado negativo, en la medida que refleja una cierta evolución positiva de la panorámica mundial en lo que respecta al crecimiento demográfico y al desarrollo», dice el documento de la ONU para la agricultura y la alimentación.

El planeta debe prepararse para producir comida suficiente para alimentar una población creciente; se espera que aumente en 2 mil millones de personas pasando de los 7.777 millones del año 2020 a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a 11.000 millones en el 2100.

Casi la mitad del labrantío de alimentos es perjudicial para la Tierra, causando pérdida de biodiversidad, degradación del ecosistema y reducción hídrica. El 50 por ciento de los suelos para cultivos y ganadería, son fertilizados e irrigados en exceso, por tanto, estos espacios generadores de comida deben alinearse con la sostenibilidad ambiental.

Colombia debe trabajar con indicadores de gestión –eficiencia, eficacia, efectividad, productividad y competitividad-, donde el agua y los nutrientes, mejoren los rendimientos, con agricultura más sostenible y capacidad de recuperación y adaptabilidad climática, reduciendo el calentamiento global.

La clave, un mundo alimentado de manera sostenible. Ejemplo, sustituir el consumo de carne, por más legumbres y verduras; cambios en la dieta que beneficiarán no solo al planeta, sino también a la salud de la humanidad.