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Pescadores camaroneros en el Guacanayabo: LA GUERRA CHIQUITA

Así se pescaba camarón en Manzanillo en la década de 1950.

 

 

 

 

Texto y fotos

Lázaro David Najarro Pujol

 

En la actualidad el desarrollo tecnológico se recibe con mucha satisfacción en el sector pesquero cubano conscientes, sus hombres y mujeres, que todo avance favorece la productividad.

Es consecuencia del nivel de educación que se  alcanzó a partir de la gran campaña de alfabetizacion que se desarrolló en la mayor de las Antillas en el año 1961 que permitió erradicar la ignorancia y «facilitar el acceso universal a los distintos niveles de educación de manera gratuita».

La campaña finalizó el 22 de diciembre  del propio año, ocasión en la que el líder histórico de la Revolución, Fidel castro Ruz expresó:

«Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados. Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así -batalla-, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla…!»

El testimonio ofrecido por el pescador Jesús María Gato, al historiador voluntario José Pepelin Cañete, refleja la gran polémica entre la ignorancia y el desarrollo cuando en la región del Guacanayabo, se intentaba introducir la tecnología en la extracción del camarón.

«Todo ocurrió en el gobierno de Fulgencio Batista, cuando aparecieron las contradicciones», le cuenta el Gato a Pepelín. «En los finales de la década de 1950 ya había en Santa Cruz del Sur varios barcos camaroneros: José Puga adquirió Mi Bapa Primero, y MI Bapa Segundo, mientras que Cucu Brienguer introdujo el Caribe Primero y el Caribe Segundo, entre otros (se sumaron al Camarón Primero y Camarón Segundo, pioneros en la captura del crustáceo en región , que incrementaron la insipiente flota».

«¿Por qué la contradicción? Los pescadores de Manzanillo sustentaban la teoría de que con los copos (malla fina que sobresalen de la superficie), el camarón se acabaría como ocurrió en Batabanó, ignorando ellos que allí aquella zona era muy pequeña y existían 70 embarcaciones y con el arrastre con los chinchorros desapareció las condiciones y el camarón se refugiaba entre las piedras»:

«Ese fue el motivo que vinimos a probar en los Jardines de la Reina, donde también estaba un personal del Centro de Investigación que aseguraba que se manifestaba la especie y se podía capturar  tanto en el fondo como a media agua»:

«Cuando me refería a la controversia entre nosotros y los manzanilleros, lo expresaba porque se convirtió en una guerra chiquita. Tengo muchas anécdotas de aquellos tiempos. Recuerdo que en una oportunidad que estábamos calando los copos se nos echaron encima  con  unos 90 botes. Si nos daba tiempo, rápidamente levábamos el copo y salíamos huyendo, pero algunos fueron sorprendidos y recibían todo tipo de impropios. Otros fueron abordados, tomaban prisioneros y conducidos a la fuerza a Manzanillo, donde tanto los pescadores como las autoridades los insultaban y amenazaban, pero nunca recibieron maltratos físicos. Solo los retenían tres o cuatro días, aunque los soltaban por las gestiones de las autoridades de Santa Cruz del Sur».

«A mí nunca me pudieron sorprender porque era muy desconfiado y siempre estaba alerta. Una vez se reunieron todas las tripulaciones con sus barcos, llevaron a sus mujeres, cortaron muchos ramajes y  troncos gruesos y largos. Formaron  una fila desde la zona  de Jobabo, hasta el Mégano y Cayo Sevilla. Regaron todas las ramas  y troncos para que nuestros barcos no pudieran pescar y quedáramos atrapados»:

«Pero un patrón de barco, llamado Segundo, de Batabanó,  le dio tiempo a levar el chinchorro y darse a la fuga. A toda máquina se fue alejándose de aquella emboscada. Navegaba hacia Santa Cruz del Sur, a informar lo que estaba sucdediendo».

«Los manzanilleros llegaron donde estábamos nosotros. Mario Martínez, patrón del Camarón Segundo, Florencio con Manuel Pujol (Molina), del yate El Aída y los demás que allí se encontraban, levaron los chinchorros y se retiraron, pero yo me quedé con mi hijo Chuito. Se alertaba por la radiofonía que no se fuera nadie porque los manzanilleros pretendían hundir el barco de Chuchú y lo podían hasta matar».

«En ese momento se nos aproximaron tres botes tripulados por jóvenes bien fornidos, nos amenazaron con subir a cubierta, mientras nos decían todo tipo de improperios. La gente nuestra pedía a Chuchú que levara los chinchorros que le iban a matar. Mario Martínez al ver en peligro a su amigo, hizo un disparo con su escopeta de cartucho e hirió, por las espaldas, a uno de los agresores».

«Inmediatamente por la radiofonía se le avisó a Torber Sánchez, quien llamó a los oficiales de la Marina de Guerra. Se apareció un cañonero con sus lanchas rápidas y comenzaron a registrar toda la zona pero  la mayoría había desaparecido. No sé como se enteraron. Algunos se ocultaron en el Mégano y en Cayo  Sevilla. Los marineros lograron detener a un grupo de ellos, remolcaron sus botes hacia Manzanillo. Mucho ruido, pero al final no pasó nada».

Otras de las anécdotas que le contó el Gato a Pepelín: «Una vez estábamos con cinco o seis barcos próximo a la desembocadura del Río Jobabo y se aparecieron los manzanilleros con el objetivo de tomarnos prisioneros. Como había abundante papa y moniato nos defendimos a papazos y boniatazos hasta que se vieron obligados a retirarse».

Las contradicciones se solucionaron tras el triunfo de la Revolución que en Cuba se comenzó a estimular el desarrollo pesquero y se les entregó a trabajadores del mar en todo el país, embarcaciones del tipo Sigma y Cárdenas, más confortables. Incluso las autoridades de la isla soñaban con una flota de pesca de altura capaz de operar  con grandes bancos, lejos de sus costas.

La Flota Cubana de Pesca inició sus actividades en junio de 1962 y durante el año 1965 disponía de 5 barcos arrastreros SRT-R con una capacidad de 100 toneladas cada uno y 8 barcos atuneros de 240 toneladas.

Camarón importante fuente de ingreso de la economía cubana en la actualidad.