Opinión

En plena pandemia: EL PELIGRO DE LOS ESTAFADORES

Jorge Giraldo Acevedo

 

A los estafadores no se les escapan nadie, ni los honorables pensionados.   


Hemos  conocido que muchos  pensionados, después de haber retirado su mesada, reciben una llamada para preguntarles  sobre su situación económica. Supimos del descaro de estos timadores, quienes incluso les ofrecen el servicio de retirar y entregar el dinero  con solo  suministrar la clave  de  su cuenta bancaria. Esa clave,  de  cualquier  entidad bancaria donde  el  pensionado  tenga la  cuenta para  que allí le  depositen la mesada,  no la debe  suministrar a nadie  y  mucho menos  por vía telefónica a ninguna  persona, conocida o desconocida,  (lo recomiendan las mismas entidades bancarias).
 
También son muy conocidas otras estrategias delictivas como la llamada del sobrino al «tío»; o las famosas pirámides, o quizás la del «cambiazo» de billetes. En fin, son alarmantes  los intentos para estafar a través de mensajes por  la internet. En verdad que resulta inexplicable que en pleno Siglo XXI existan personas que se dejan «tumbar» de individuos que estafan, timan y hasta regresan para seguir engañando. 
 
Lo peor es  que estas gestiones a cargo de estafadores no son nuevas en Colombia;  a finales de 1973 operó en Bogotá y en otras importantes ciudades del país, la organización de timadores con el flamante nombre de «Reto a la grandeza», cuyos integrantes involucraban a sus víctimas para engañarlos mediante paseos a lugares turísticos. Le correspondió al abogado huilense Rómulo González Trujillo, en calidad de Superintendente de Sociedades, el cierre de operaciones de esta red de estafadores.
 

Lo que se ve es que  al ritmo de los ciclos económicos del país, en forma periódica, vuelven los estafadores y así también reaparecen las ilegales pirámides para el correspondiente engaño; estas organizaciones delictivas operan en forma muy similar a «Reto a la grandeza», de hace cerca de 50 años, o a la famosa «DMG», de hace relativamente poco tiempo.


Los estafadores del «cambiazo» de billetes  aún lo hacen; su principal centro de  operaciones  son los aeropuertos, los grandes almacenes y los centros comerciales, además de las vías importantes de las ciudades y los diferentes servicios del transporte público. Hasta los bancos han sido escogidos por los antisociales para «tumbar» a muchas personas. Este método para delinquir consiste en cambiar un billete falso, de $50.000 ó $20.000, con la debida advertencia de que en el lugar no hay «vueltas»,  (dinero de regreso),  por el servicio a cancelar. 
 
Los casos delictivos de hampones cibernéticos están aumentando en forma alarmante. Este fraude, mediante el correo electrónico, se hace con un mensaje de una entidad bancaria y, en términos casi generales, se anuncia a la presunta víctima que su cuenta ha sido suspendida o que tiene una operación pendiente; por lo anterior le piden sus datos personales o le invitan a dirigirse al enlace adjunto. La persona que reciba un mensaje de correo electrónico con las anteriores características no debe proporcionar sus datos personales y mucho menos dirigirse al enlace adjunto. 
 

Lo que parece como un simple mensaje de rutina de una entidad bancaria no es más que una forma para robar las credenciales bancarias y la información personal de los usuarios. Lo más lamentable es que los hampones cibernéticos utilizan los mismos diseños o logos de presentación de las diferentes entidades bancarias que, como siempre lo han señalado, nunca realizan actualización de datos por medio de la red. 

 
A estos delincuentes, lo mismo que a los atracadores, carteristas, ladrones y los otros timadores se les debe perseguir con miembros de la policía civil, actuando con energía y de manera ágil, en favor de la ciudadanía en general.