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Transgénicos: ¿SI FUERAN INOFENSIVOS, PARA QUÉ PROHIBIRLOS? 

Un cultivo transgénico es un organismo vivo al que se le han manipulado sus genes mediante técnicas de ingeniería genética, que consisten en aislar segmentos de ADN (genes) de un ser vivo.

 

Grupo Semillas

Una iniciativa de Acto Legislativo en el Congreso de la República busca prohibir las semillas  transgénicas. ¿Por qué?  Con el fin de proteger el medio ambiente y garantizar el derecho de los y las campesinas a las semillas libres, el representante a la Cámara Juan Carlos Lozada, con el apoyo de numerosas organizaciones sociales e indígenas, campesinas y afro que hacen parte de la Alianza por la Agrobiodiversidad, presentó un proyecto de Acto legislativo en el Congreso de la República, que reforma el articulo 81 de la Constitución; este artículo señala: «El Estado regulará el ingreso al país y la salida de él de los recursos genéticos, y su utilización, de acuerdo con el interés nacional». La reforma a este artículo incluye un párrafo: «El ingreso, producción, comercialización y exportación de semillas genéticamente modificadas queda prohibido».

 «Las semillas son un bien común, no son un invento», Vandana Shiva 

Según los argumentos incluidos en el proyecto de Acto Legislativo, Colombia debe hacer la transición de la importación masiva de alimentos como el maíz y soya transgénica hacia la producción nacional, pero sustentada principalmente por agricultura campesina, familiar y comunitaria, que permita proteger los ecosistemas y los bienes comunes, basada en la agroecología y el manejo de la biodiversidad, que permitan garantizar la soberanía alimentaria, mediante una estrecha relación de solidaridad entre campo y ciudad, a través la producción local de alimentos, de circuitos cortos de comercialización y mercados locales justos y solidarios y el consumo responsable de alimentos sanos por toda la población.

En muchas regiones del país existen ejemplos de organizaciones y comunidades campesinas, indígenas y afro, que implementan sistemas de agricultura tradicional basada en los conocimientos ancestrales, que les ha permitido vivir armónicamente en sus territorios. Estas formas de producción sostenibles podrían suplir gran parte de las necesidades alimentaria del país sin tener que utilizar semillas transgénicas; pero en el país no existe voluntad política del gobierno para apoyar la producción local de alimentos, que garantice la autosuficiencia alimentaria nacional. 

Pero, ¿qué son las semillas genéticamente modificadas?

«Un cultivo transgénico es un organismo vivo al que se le han manipulado sus genes mediante técnicas de ingeniería genética, que consisten en aislar segmentos de ADN (genes) de un ser vivo (de una planta, animal o incluso humanos y también de virus y bacterias), para ser introducidos en el material hereditario de otro organismo totalmente diferente» Con la manipulación genética de seres vivos se rompen las barreras naturales de cruzamiento entre individuos de la misma especie, lo que ha posibilitado crear organismos que han alterando los procesos evolutivos y de cruzamiento de las especies en sus condiciones naturales», explica el ingeniero agrónomo Germán Vélez, director del Grupo Semillas.

Actualmente existen numerosos tipos de organismos modificados genéticamente, utilizando plantas, animales y microorganismos, que tienen características y funciones diversas; pero en el caso de cultivos de uso agroindustrial, especialmente soya, maíz y algodón y canola, solamente existen dos tipos de organismos genéticamente modificados (OGM): Cultivos Tolerantes a Herbicidas (TH) y Cultivos Bt. 

¿Qué impactos tienen los transgénicos en el medio ambiente y la salud? 

En el mundo hay una gran controversia y cuestionamienentos sobre estos organismos genéticamente modificados (OGM), puesto que una vez liberados al ambiente, pueden generar efectos adversos sobre el ambiente e impactos socio económicos sobre los agricultores y afectaciones en la salud humana y animal. Aunque la promesa inicial para los agricultores que usaron esta tecnología desde 1996 era que estos cultivos disminuirían el riesgo de pérdida en la producción, pero actualmente las evidencias muestran que son más los impactos negativos que los beneficios que brindan estas tecnologías a los agricultores.

Como lo expresa la científica Elena Alvarez-Buylla:«Las tecnologías transgénicas no son sólo inseguras, imprecisas e incontrolables, y por tanto peligrosas, sino también insuficientes y, en muchos casos, inútiles. Los cultivos transgénicos no han aumentado rendimientos, ni disminuido el uso de agrotóxicos (al revés), y mucho menos han ayudado a aliviar el hambre del mundo. Han enriquecido y empoderado aún más a unas cuantas corporaciones y latifundistas».

En el mundo ha aumentado más de 15 veces el uso de glifosato, desde que se introdujeron estos cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas; en Estados Unidos se incrementó de 51 millones de kilogramos en 1995 a 747 millones en 2014. Es cierto que los cultivos tolerantes a herbicidas, especialmente de soya y maíz, les ha permitido a los grandes productores facilitar el control de malezas, reduciéndoles el uso de mano de obra, lo que les ha generado mayores ganancias económicas pero, en general, se ha incrementado el uso de herbicidas, lo que ha generado graves problemas ambientales, de contaminación del agua y del suelo y afectaciones a la salud de los seres vivos, como se ha evidenciado en los países del Cono Sur. También es muy crítico que entre 1995 y 2018 se han reportado en el mundo 40 especies resistentes a glifosato. y en muchas regiones las malezas son un problema incontrolable y es por ello que las empresas han desarrollo transgénicos tolerantes a varios tipos de herbicidas.

Para el caso de los cultivos transgénicos Bt, aunque inicialmente se disminuyó el uso de insecticidas para el control de plagas de lepidópteros, actualmente, en gran parte del mundo, estas plagas se han tornado resistentes a la Toxina Bt, por lo que esta tecnología ya no funciona bien y los agricultores tiene que utilizar nuevamente grandes cantidades de insecticidas. Varios estudios sobre los cultivos Bt han reportado que la toxina producida y desechada por el maíz Bt sigue siendo biológicamente activa mientras persista en el suelo; también se ha encontrado que la toxina Bt puede afectar otros insectos beneficiosos y también el uso de insecticidas asociados a estos cultivos han afectado severamente a las abejas. 

Arroz blanco y arroz dorado genéticamente modificado

PARTE II

¿Y cuál es el impacto de los transgénicos en la soberanía y autonomía alimentaria?

La mayor parte de la soya y maíz trangénico que se produce para el mercado global es utilizada en la producción de alimentos para animales en megagranjas industriales, que han generado impactos ambientales y en la salubridad pública, en muchos casos asociados con la generación de nuevas enfermedades y pandemias.

El país en 1990 era autosuficiente en la producción de alimentos, pero luego las politicas gubernamentales que introdujeron la apertura económica en el sector rural, progresivamente llevaron a  la perdida de la producción nacional de alimentos; es asi como para 2019 se importó más de 15 millones de toneladas de alimentos, es asi como actualmente se importa el 95% el trigo, el 86% de soya y el 85% de maíz, que corresponden a 5.5 millones de toneladas de maíz (Agronet, 2019).

La disminución drástica de producción nacional ha afectado especialmente a la agricultura campesina, familar y comunitaria, que históricamente ha proveido más del 70% de nuestra alimentación básica. Paradogicamente el gobierno nacional solo promueve y apoya la agricultura industrial como paradigma del desarrollo del campo colombiano, basado en la innovación tecnológica, la productividad, eficienca y rentabilidad, desconociendo los profundos fundamentos de sostenibilidad ambiental, productiva y de equidad en la que se sustenta la producción campesina. 

El algodón y el maíz transgénoco en Colombia, una historia fallida 

En el país se inició la siembra comercial de algodón transgénico en 2002, con la expectativa de que sería la redención del deprimido sector algodonero; inicialmente el área sembrada creció hasta 2011 cuando se sembraron 50 mil hectáreas, pero luego su cultivo ha fracazado y su cultivo casi desaparece, es así como para 2018 en el país solo se sembraron 12.000 hectáreas de algodón transgénico (agrobio 2019).

La siembra comercial de maíz transgénico fue aprobada en 2007 y el área cultivada ha aumentado fuertemente hasta llegar en 2019 a 88.000 hectáreas. Luego de más de una década de haberse autorizado su cultivo, en el país existen evidencias de las afectaciones  ambientales y socioeconómicas generadas por estos cultivos. La principal preocupación que tienen las comunidades étnicas y campesinas sobre el maíz transgénico es la contaminación genética de las variedades criollas que conservan en sus territorios. Situación que ya ha sido evidenciada por las pruebas realizadas en varias regiones del país para detectar posible contaminación genética de variedades criollas y de maíces comerciales certificados por el ICA como no transgénicos, sobre los cuales se ha detectado contaminación con eventos de tolerancia a glifosato y Bt. Pruebas que han sido realizadas por la Red de semillas Libres de Colombia y organizaciones indígenas (ONIC) y campesinas.

En varias regiones del país son muchos los agricultores que han fracasado con el cultivo de maíz transgénico, debido a la pésimas semillas que les han vendido las empresas Monsanto y Dupont, dueñas de esta tecnología. Este fue el caso en el Espinal, Tolima, en donde los agricultores de maíz  en 2014 perdieron el 75 de la cosecha y luego en 2016 en Campoalegre, Huila, los agricultores de maíz trangénico perdieron el 90% de la cosecha; pero en estos casos las empresas y el ICA evadieron su responsabilidad frente al fracaso de esta tecnología.

¿Porqué es importante el acto legislativo que busca proibir los cultivos transgénicos en Colombia? 

Los cultivos transgénicos en el país han generado impactos adversos ambientales, la agrobiodiversidad y afectaciones socioeconómicas sobre los agricultores. Es en este contexto que es pertinente y urgente que sea aprobado este Acto Legislativo que actualmente cursa en el Congreso de la República, que prohibe las semillas transgénicas en el país, puesto que la normatividad sobre bioseguridad y las politicas públicas rurales, solo promueven la producción agroindustrial y los cultivos transgénicos como eje del desarrollo rural. Pero es evidente que estas tecnologías no han permitido proteger los bienes comunes, la producción nacional de alimentos, especialmente la producida localmente, que garantice una alimentación sana para toda la población. 

¿Qué hacer frente a los transgénicos? 

Es en este contexto que las organizaciones sociales y locales plantean que el Estado colombiano debe implementar acciones que permitan proteger al país de los efectos adversos generados por las tecnologías transgénicas; entre estas se señalan:  – En aplicación del Principio de Precaución, el país debería prohibir los cultivos transgénicos. Se deben realizar estudios de bioseguridad completos e independientes sobre impactos  ambientales, socioeconómicos y en la salud. – Es necesario derogar las leyes que permiten privatizar y controlar corporativamente a las semillas y también la norma de bioseguridad vigente  en el país, porque no garantiza la seguridad de estas tecnologías. – La sociedad debe tener acceso a información completa y veraz sobre los transgénicos. – El Estado debe garantizar la consulta previa con los pueblos étnicos sobre la introducción de estas tecnologías; igualmente debe reconocer derecho de las comunidades y municipios a declarar los Territorios Libres de Transgénicos. También los programas de fomento agrícola y ayuda alimentaria no deben incluir semillas y alimentos GM. – Finalmente se deben renegociar los TLC y otros acuerdos de comercio que imponen propiedad intelectual sobre la biodiversidad y se debe reemplazar la importación de semillas y alimentos transgénicos GM  por la producción agroecológica producida por las comunidades localmente.