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Emprendimiento rural: ANTÍDOTO A LA ECONOMÍA SUBTERRÁNEA

Las microempresas campesinas remedien en parte el problema del desempleo que afecta a familias en Colombia.

 

 

Gerney Ríos González

Los gobernantes deben mirar las inmensas posibilidades existentes de repoblar los campos con antídotos a los cultivos ilícitos, operación que se respaldará por créditos amplios a los agricultores e indígenas que se acojan a programas estructurales de desarrollo rural. La producción será más rentable, cuando se proyecte a los planes de sembrado de plantas de uso terapéutico, un renglón de la industria primitiva que puede comercializarse a nivel mundial, con la exportación de materias primas medicinales procesadas, fundamentales en la salud global.

Las empresas pequeñas en este renglón de la producción jugaran un papel importante en el desarrollo agrario del país, en regiones que son vedadas a la penetración sana de campesinos, por la presencia de grupos al margen de la ley enfrentados entre sí por el dominio de poblaciones y tierras.

Esta economía informal puede multiplicarse con fines ascendentes si se propone la creación de instrumentos procesadores de la flora medicinal con el objetivo de convertirlas en materia básica de la industria farmacéutica.

Las microempresas campesinas remedien en parte el problema del desempleo que afecta a familias en Colombia. La dedicación a los cultivos lícitos de plantas medicinales debe ser respaldada por legislaciones acordes con la materia y organización con ayuda especial y asistencia tecnológica.

La microempresa juega papel importante en la construcción del sistema fitoterapéutico en prospectiva. El crecimiento de esta actividad procura trabajo a desempleados y subempleados en países en desarrollo y en gran medida contribuye al incremento económico y a la igualdad entre grupos humanos.

Aflora aquí el interrogante de si estas microindustrias formarán parte de la estadística oficial y la respuesta es positiva. Generarían impuestos debido a la organización subterránea que distintas de ellas tienen; muchas rivalizan con empresas grandes establecidas y se encuentran situadas en la ilegalidad. Se trata de un “sector informal” de la economía nacional- para citar a Colombia- que será reglamentado hacia una producción ordenada, que no ocasione sobresaltos al sistema de los grupos familiares que las concibe, sino por el contrario sirvan como fuente de bienestar colectivo. La industria de las plantas medicinales debe intensificarse dentro de los parámetros del emprendimiento en aquellas regiones aptas para esta especialidad de la agricultura.

El emprendimiento en el marco del desarrollo sostenible agrario, permite crear negocios, que además de tener en cuenta la parte económica, fija estrategias para un menor impacto ambiental, que ayude al desarrollo social y permita implementar las empresas verdes, presente y futuro de la humanidad.

Un emprendedor del sector primario de la economía es un agricultor, indígena, campesino, labrador, cultivador, labriego, quienes se dedican a trabajar la tierra en una explotación agraria para extraer y aprovechar los recursos que genera con creatividad e innovación, como alimentos, vegetales, cereales, hortalizas, pastos sembrados y fibras utilizadas por la industria textil.

Emprendimiento rural es sinónimo de planear, organizar, coordinar, ejecutar, controlar, pues su producción tiene aristas donde es clave contar con el conocimiento ancestral transmitido de generación en generación, conocedores de las dinámicas de oferta y demanda o las variables propias de los cambios climáticos. En prospectiva, los gobiernos implementarán los temas geologísticos, vinculantes de elementos tecnológicos de producción e infraestructura, destacando la funcionalidad de las vías terciarias.

El Estado participará en los estudios de mercadeo, técnico y financiero, pues el emprendimiento rural es de polifuncionales,  concatenante de alimentos, materias primas de esencia agrícola, sumada a la multiescalaridad en la comprensión del desarrollo territorial, auscultando una visión más amplia, que reconozca la complejidad del problema y permita crear modelos de negocios a nivel vereda, local, regional, nacional o mundial, aplicados a la matriz DOFA, -debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas- y, a la dimensión agroalimentaria y agroindustrial.

 Urgente la necesidad de ocupar la capacidad creativa de nuestras gentes; existen millones de ellas no sólo en Colombia sino en indoamérica pero por falta de una dirección estatal floreció la  «economía informal» de la cual diversos autores han escrito para demostrar cómo el fenómeno sociológico de la actividad ayuda en parte al establecimiento de los presupuestos regionales.

Lo que se busca prioritariamente no es aplastar esta economía que fluye de la iniciativa privada y familiar sino liberarla de cargas impositivas, pues se sabe que produce empleo y riqueza; al menos surte algunos mercados del exterior y alivia en parte la demanda de origen doméstico a nivel nacional.

El Estado  subsidiará total o parcialmente pequeñas empresas o microindustrias de origen hogareño, fruto de la mente ingeniosa de compatriotas que han logrado el establecimiento de sus negocios, dar trabajo al entorno cercano y proyectar la comercialización de sus productos apenas lo razonable dentro de un estrecho mercado, por falta de incentivos oficiales y créditos.

¿Cuáles son esas microempresas que construyen país? Se cuentan talleres de confecciones, textiles caseros, fábricas de zapatos autóctonos, artesanías originales, cuero, plásticos y dulces. Se suma a esta industria en menor cantidad el labrantío de las plantas medicinales con poco radio en el entorno nacional, pero que oxigenan un mercado cada día con inmensa demanda como son los productos naturales para toda clase de enfermedades y dolencias.

El Estado  subsidiará pequeñas empresas o microindustrias de origen hogareño, fruto de la mente ingeniosa de compatriotas que han logrado el establecimiento de sus negocios, dar trabajo al entorno cercano.