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Tragedia de la pandemia: SE ACABARON LAS LÁGRIMAS DE LA INDIA

En la India no hay hornos crematorios. Las víctimas de la Covid-19 son incineradas a cielo abierto. 

 

 

 

Guillermo Romero Salamanca

A principios de marzo, cientos de miles de fieles hindúes se dieron cita a orillas del río Ganges para celebrar una de las fiestas religiosas más multitudinarias de todo el planeta: la fiesta de Kumbh Mela o del Cántaro Sagrado.

Entre la alegría, millones de hindúes gritaban y desmentían que la Covid-19 les hiciera daño. Incluso, decían, que las sagradas aguas del caudaloso río les daría protección.

Ankita Mukhopadhyay, periodista de DW reveló en un informe que hubo desidia total en la India.

«Si el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, hubiera podido visitar India este mes, habría visto un país al que muy poco le importa el distanciamiento social, el uso de mascarillas o tomar otras precauciones. Algunas personas incluso llegaron a afirmar que el virus había abandonado el país.

Los indios creían que podían combatir el virus al confiar en medicamentos y remedios no certificados anunciados en WhatsApp, como la «kadha», una bebida ayurvédica, o Coronil, un medicamento fabricado por Patanjali, una empresa propiedad del practicante de yoga indio Baba Ramdev.

Durante esta pausa, surgió una nueva mutación del virus, mientras que los expertos y médicos continuaron advirtiendo sobre una nueva ola de coronavirus. El gobierno hizo la vista gorda a todo.

Pronto, la gente estaba haciendo llamadas desesperadas a políticos, burócratas y otras personas influyentes para usar su influencia y salvar a sus familiares. Los que no pudieron, vieron morir lentamente a sus seres queridos», relató la periodista.

De un momento a otro, India se quedó sin vacunas, se agotaron las Unidades de Cuidado Intensivo, se gastó el oxígeno, ahora claman por sangre, los cadáveres fueron arrumados en las calles, no alcanzaron las piaras porque no había de dónde más sacar leña.

Hoy la India no tiene más lágrimas y los números de muertos aumentan vertiginosamente. La cifra se muertes día a día se incrementa y ya se llega a las cuatro mil víctimas.

Desde la mañana hasta la noche, rastrean cuentas en Instagram, dejan mensajes en grupos de WhatsApp y revisan sus guías telefónicas. Buscan camas en un hospital, oxígeno, el fármaco remdesivir y donaciones de sangre.

Es caótico y abrumador. Un mensaje de WhatsApp comienza a circular: «Dos camas de UCI libres». Minutos después, ya no lo están. Pasaron a ser ocupadas por quien llegó primero.

Otro mensaje: «Se necesita con urgencia concentrador de oxígeno. Por favor, ayuda».

Cuatro mil familias diariamente lloran sus seres queridos que mueren contagiados en la pandemia en India. 

Cuatro mil cadáveres diariamente son ordenados para ser incinerados en la India. Los improvisados hornos crematorios que no dan abasto para incinerar diariamente tres mil cadáveres en la India.