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En la escuela aprendimos que el: MAGNITUD DE CORAL (RELATO)

Pintura del artista de la plástica Alfonso Cruz Suárez (Terrassa-Barcelona, 1958).

 

 

 

Lázaro David Najarro Pujol / Ilustración Rene de la Torre / Pintura del artista de la plástica Alfonso Cruz Suárez (Terrassa-Barcelona, 1958).

Por doquier se pueden observar, con la ayuda de los relámpagos o los potentes reflectores, unos puntos oscuros en el horizonte: son los cayeríos. El casco de El Patao, pintado de gris y blanco, se desliza por las tranquilas aguas del Golfo de Batabanó. Nuestra embarcación se levanta suavemente para después caer, provocándonos una sensación de mareo.

–Que va. Si la marea sigue con este vaivén, voy a vomitar –me dice Onelio.

–Eso, después se te pasa. Siempre me han enseñado que no se debe mirar hacia abajo, así que mira hacia allá, al frente.

En popa algunos tripulantes conversan sobre las fiestas que se desarrollaran en el puerto y en las que quizás no podrán participar. Me llama en extremo la atención lo que expresa uno de los tripulantes.

Una suave brisa comienza a soplar del noroeste. No se divisa otra embarcación en el mar abierto. El timonel observaba con insistencia a estribor.

– ¿Dónde estará la otra embarcación? ¿Se habrá desviado de rumbo?

–En eso estábamos nosotros. Lo que pasa que la neblina está cerrada. Así no se puede ver nada.

–Es verdad. Pero voy a comunicarme a través de la radiofonía.

El timonel es un hombre fuerte curtido por el sol y el salitre. Tiene las manos callosas. Me comenta sobre las características de la zona y la existencia de variedades de corales.

–Yo quisiera que tú vieras los arrecifes. ¡Son lindos y grandes! Todos son así: los de María la Gorda, Cayo Campo, Cayo Blanco, los de Diego Pérez, Thaelmann y el Anillo de Cazones.

centro del golfo presenta un fondo de lodo aplanado.

–Así mismo es. Ese fondo aplanado propicia una gran diversidad de especies y población de peces.

–Usted sabe, compañero, en la etapa de preparación teórica estudiamos mucho sobre el Golfo de Batabanó. Nosotros nos especializamos en el cultivo de la esponja, pero como somos menores de edad nos asignaron a Cayo Largo. Por eso es que conocemos algo de esta zona. ¡Claro, no cómo usted!

–Ustedes son más teóricos y nosotros tenemos la práctica, pero no sabemos esos detalles. Pero te entiendo. Es cuestión de palabras.

–Unas palabras, yo diría, más técnicas, pero coinciden con sus conocimientos prácticos. No es así.

–Si, señor. Positivo, positivo.

–Además, nos explicaron que aquí prevalece una  zona arena y arcilla de poca profundidad.

–Ya esa zona la dejamos atrás.

–Por donde perdimos el otro barco.

–Anjá. Te decía que esa área de bajo calado la dejamos  atrás. Pero, ahí mismo en el Surgidero, cuando baja la marea los buques de mucho calado quedan atrapados en el puerto.

–Mire, compañero, las cayerías van desapareciendo de nuestra vista.

–En la medida que nos alejamos de la costa se van perdiendo.

A través de la extensión de manglares se distinguen numerosos ríos y lagunas que desembocan en la costa.

–De día todo esto debe ser bonito, ¿verdad?

–Así es, muchacho. Este mar es precioso.

El timonel está muerto de frío. Los otros pescadores se retiran hacia sus camarotes con la seguridad de no ser molestados hasta la salida del sol. Me acomodo a esperar un hermoso amanecer. Pero el reloj parece que se detiene. Se percibe el silbido del viento.

Pusimos proa mar a dentro.