Batalla de Boyacá
Rodrigo silva Vargas
La historia oficial se empeña en hacernos creer que el 20 de julio de 1810 se dio el Grito de Independencia en Santafé, hoy Bogotá, y al igual que la famosa «libertad de los esclavos» (1851), no publican la integridad de lo actuado en aquellos tiempos.
Basta leer la famosa acta del 20 de julio (que tomó decisiones y se suscribió en la madrugada del 21 de julio, más exactamente a las tres y media de la mañana, como reza el documento, para aclarar que no hubo grito ni hubo independencia.
Recordemos que el rey de España, Fernando VII, se encontraba preso en manos de Napoleón, el emperador francés, y que unas huestes rebeldes en la península habían formado una Junta de Regencia para mantener la institucionalidad, es decir el establecimiento monárquico. Dicha junta envió a estas tierras a un Comisionado Regio, Antonio Villavicencio, natural de Quito, por lo que no era bien visto por los españoles residentes en este lado del mundo.
El Cabildo que se reunió en Santafé creó su propio gobierno a semejanza del de España, reconociendo al Rey, como dice el Acta: «… 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑡𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑛𝑜 𝑎𝑏𝑑𝑖𝑐𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑟𝑒𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑖𝑚𝑝𝑟𝑒𝑠𝑐𝑖𝑛𝑑𝑖𝑏𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑏𝑒𝑟𝑎𝑛í𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑎𝑢𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑦 𝑑𝑒𝑠𝑔𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑑𝑜 𝑀𝑜𝑛𝑎𝑟𝑐𝑎 𝑑𝑜𝑛 𝐹𝑒𝑟𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑉𝐼𝐼, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑎 𝑟𝑒𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠, 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑠𝑢𝑗𝑒𝑡𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜 𝐺𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟 𝐽𝑢𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑅𝑒𝑔𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, í𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑛 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛í𝑛𝑠𝑢𝑙𝑎…»
Según el texto, Villavicencio hizo un discurso en el que «𝑐𝑜𝑛𝑐𝑙𝑢𝑦ó 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑢𝑦 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑢𝑙𝑎𝑟𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐸𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑡í𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑆𝑒ñ𝑜𝑟 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑜 𝐴𝑚𝑎𝑟; 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑖ó 𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑒ñ𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑎𝑐𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑎𝑝𝑟𝑜𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑒𝑥𝑝𝑢𝑠𝑜 𝑠𝑢 𝑑𝑖𝑝𝑢𝑡𝑎𝑑𝑜». Es decir, el famoso Cabildo de la Independencia aceptó muy complacido que el gobierno lo manejase el propio Virrey, representante del cautivo monarca.
Más adelante el Acta reza que los miembros del nuevo gobierno (aunque el virrey Amar y Borbón estaba ausente, pero envió un comisionado de nombre Juan Jurado)… «𝐽𝑢𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝐶𝑖𝑒𝑙𝑜, 𝑐𝑢𝑦𝑎 𝑖𝑚𝑎𝑔𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡á 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑦 𝑐𝑢𝑦𝑎𝑠 𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑦 𝑎𝑑𝑜𝑟𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠 𝑚á𝑥𝑖𝑚𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑙𝑖𝑏𝑟𝑜, 𝑐𝑢𝑚𝑝𝑙𝑖𝑟 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜𝑠𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝐶𝑜𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢𝑐𝑖ó𝑛 𝑦 𝑣𝑜𝑙𝑢𝑛𝑡𝑎𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑒𝑥𝑝𝑟𝑒𝑠𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑎𝑐𝑡𝑎, 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐺𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑣𝑖𝑠𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑎𝑙𝑎𝑑𝑜; 𝑑𝑒𝑟𝑟𝑎𝑚𝑎𝑟 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑎 ú𝑙𝑡𝑖𝑚𝑎 𝑔𝑜𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑓𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖ó𝑛 𝐶. 𝐴. 𝑅. 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑎𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑀𝑜𝑛𝑎𝑟𝑐𝑎 𝐷𝑜𝑛 𝐹𝑒𝑟𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑉𝐼𝐼 𝑦 𝑙𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑡𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑎𝑡𝑟𝑖𝑎; 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑒𝑟𝑣𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑡𝑎𝑑 𝑒 𝑖𝑛𝑑𝑒𝑝𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑅𝑒𝑖𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑡é𝑟𝑚𝑖𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜𝑠; 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑖𝑛𝑓𝑎𝑡𝑖𝑔𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑐𝑒𝑙𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝐶𝑜𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢𝑐𝑖ó𝑛 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑢𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜𝑠, 𝑦 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎, 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑢𝑧𝑐𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑒𝑙𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑎𝑡𝑟𝑖𝑎».
Para completar, dos ilustres próceres (según la historia oficial) pidieron que el Virrey fuera el presidente de la nueva Junta local: «𝑌, 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑒𝑑𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑙 𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑗𝑢𝑟𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜, 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑉𝑜𝑐𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑜𝑟 𝑑𝑜𝑛 𝐶𝑎𝑚𝑖𝑙𝑜 𝑇𝑜𝑟𝑟𝑒𝑠 𝑦 𝑒𝑙 𝑠𝑒ñ𝑜𝑟 𝑅𝑒𝑔𝑖𝑑𝑜𝑟 𝑑𝑜𝑛 𝐽𝑜𝑠é 𝐴𝑐𝑒𝑣𝑒𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑜𝑡𝑜 ℎ𝑎𝑏í𝑎𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑠𝑒 𝑛𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑠𝑒 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝐽𝑢𝑛𝑡𝑎 𝑆𝑢𝑝𝑟𝑒𝑚𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑅𝑒𝑖𝑛𝑜 𝑎𝑙 𝐸𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑡í𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑠𝑒ñ𝑜𝑟 𝑇𝑒𝑛𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝐺𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙 𝑑𝑜𝑛 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑜 𝐴𝑚𝑎𝑟 𝑦 𝐵𝑜𝑟𝑏ó𝑛; 𝑦 ℎ𝑎𝑏𝑖é𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑣𝑢𝑒𝑙𝑡𝑜 𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑢𝑡𝑖𝑟 𝑒𝑙 𝑛𝑒𝑔𝑜𝑐𝑖𝑜, 𝑠𝑒 ℎ𝑖𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑣𝑒𝑟 𝑎𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔í𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑜𝑟 𝐹𝑟𝑢𝑡𝑜𝑠 𝐽𝑜𝑎𝑞𝑢í𝑛 𝐺𝑢𝑡𝑖é𝑟𝑟𝑒𝑧, 𝑙𝑎𝑠 𝑣𝑖𝑟𝑡𝑢𝑑𝑒𝑠 𝑦 𝑛𝑜𝑏𝑙𝑒𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑑𝑜𝑟𝑛𝑎𝑛 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑑𝑖𝑠𝑡𝑖𝑛𝑔𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑦 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑐𝑜𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑚𝑖𝑙𝑖𝑡𝑎𝑟, 𝑦 𝑚á𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑢𝑙𝑎𝑟𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑎𝑛𝑖𝑓𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑑í𝑎 𝑦 𝑛𝑜𝑐ℎ𝑒,…»
Y tras la tanda de zalamerías al Virrey, la burguesía santafereña allí reunida, «𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎, 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑙𝑎𝑚𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑎 𝑑𝑖𝑐ℎ𝑜 𝑠𝑒ñ𝑜𝑟 𝐸𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑡í𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑑𝑜𝑛 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑜 𝐴𝑚𝑎𝑟 𝑝𝑜𝑟 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜 𝐺𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑙 𝑦 𝑛𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑉𝑖𝑐𝑒𝑝𝑟𝑒𝑠𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐽𝑢𝑛𝑡𝑎 𝑆𝑢𝑝𝑟𝑒𝑚𝑎 𝑑𝑒 𝐺𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑅𝑒𝑖𝑛𝑜 𝑎𝑙 𝑠𝑒ñ𝑜𝑟 𝐴𝑙𝑐𝑎𝑙𝑑𝑒 𝑂𝑟𝑑𝑖𝑛𝑎𝑟𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑉𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑜𝑟 𝑑𝑜𝑛 𝐽𝑜𝑠é 𝑀𝑖𝑔𝑢𝑒𝑙 𝑃𝑒𝑦 𝑑𝑒 𝐴𝑛𝑑𝑟𝑎𝑑𝑒…»
Avanzadas las tres y media de la madrugada del 21 de julio, la Junta resolvió que «𝐸𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝑎𝑐𝑜𝑟𝑑ó 𝑚𝑎𝑛𝑑𝑎𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝑑𝑖𝑝𝑢𝑡𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑎𝑙 𝐸𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑡í𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑠𝑒ñ𝑜𝑟 𝑑𝑜𝑛 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑜 𝐴𝑚𝑎𝑟, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑒 𝑎 𝑆𝑢 𝐸𝑥𝑐𝑒𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑒𝑙 𝑒𝑚𝑝𝑙𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒 ℎ𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑒𝑟𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝐽𝑢𝑛𝑡𝑎, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑠𝑖𝑟𝑣𝑎 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑑í𝑎 𝑑𝑒 ℎ𝑜𝑦 𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒 𝑎 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑟 𝑝𝑜𝑠𝑒𝑠𝑖ó𝑛 𝑑𝑒 é𝑙».
Como se puede ver, lo actuado en aquellas fechas en Santafé fue un juramento de fidelidad al rey de España, una dependencia de la Junta que se había creado en defensa de la monarquía y la continuidad del régimen designando como presidente del gobierno provisional de la Nueva Granada (hoy Colombia) al muy elogiado virrey Amar y Borbón.
La historia se ha empeñado en hablar que el 20 de julio es el día del Grito de Independencia Nacional, desconociendo incluso que en otras regiones (El Socorro, por ejemplo), semanas antes habían dado manifestaciones de verdadera separación de España. Pero esa historia oficial hecha en escritorios de Bogotá nos vende otra idea del 20 de julio, fecha en que no hubo grito ni fue independencia ni fue nacional.