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Selección Colombia: LORENZO, CONTROL O CAOS

Néstor Lorenzo es  argentino,  tuvo experiencia en la selección Colombia con asistente, viene de dirigir a Melgar de Perú. Será el entrenador número 30.

 

 

 

Esteban Jaramillo Osorio

La llegada de Lorenzo a la selección es una cachetada a los técnicos colombianos sin padrinazgo, calificados por conocimientos y experiencia para asumir el cargo, especialmente para aquellos acostumbrados a tomar el toro por los cuernos, con total autonomía. Los títeres de nadie, solo de sus convicciones.

No hay muchos.

Pero no lo es para otros, rechazados por falta de pergaminos internacionales, por debilidad o autoritarismo en el manejo grupal, por el poco afecto a la actualización de conocimientos, por la inconsistencia de sus resultados, y la limitada influencia en momentos de crisis.

La elección del argentino es terapéutica. Se ve como un golpe de opinión. Asociada a la urgente necesidad de poner en marcha un nuevo plan de trabajo por la vecindad de compromisos internacionales.

Se discute su currículo, sin brillo. Su presente. Su escasa experiencia en clubes y selecciones, como timonel principal.  Su procedencia y los valores de su contrato, razón de peso a la hora de inclinar la balanza a su favor. Con la extrema subjetividad de los juicios prematuros sin ver su trabajo y los resultados.

Cuando el entrenador proviene del exterior y es de otra nacionalidad, produce mayor aprobación entre los dirigentes.

Se ve serio, Lorenzo.

Es hijo del fútbol de Bilardo, ex técnico argentino campeón y subcampeón mundial. Compañero de fórmula de Pekerman, lo que juega a su favor.

Tiene la obligación, al llegar, de moverse en el barro, donde la selección está. De resolver barullos en la convivencia, maquillados con mentiras desde el vestuario resquebrajado, por el protagonismo individual.

De mejorar el rendimiento del equipo, de renovarlo con dominio desde el juego y no desde las roscas, los escándalos, o las imposiciones al elegir a los protagonistas. Sin demagogia populista con discursos promeseros, como sus antecesores. A distancia de los periodistas, los empresarios y del poder.

No es lo mismo seleccionar que alinear. Conformar una nómina que consolide un equipo y algo hay entre un manual de intenciones y la realidad del juego. Todo debe ir de la mano de los futbolistas comprometidos y en muchos de ellos escasea la calidad.

El fin debe justificarse desde los procesos, los caminos, y no con la irrelevancia de los resultados.

Es hijo del fútbol de Bilardo, ex técnico argentino campeón y subcampeón mundial. Compañero de fórmula de Pekerman, lo que juega a su favor.