Opinión, TOP

EL COLIBRI!!

Colibrí

 

 

David Turbay Turbay

Uno de mis primos hermanos, solidario con mis causas, me envío la reconocida historia del colibrí en el incendio del bosque. La leí con atención. El colibrí hizo su parte, con agüita en su pico para ayudar a salvar lo que era su hogar y el de su familia, su razón de vida, su bosque nativo. Y esta actitud, el poner de su parte en gesta salvadora, obligó el gran milagro que creó el gran chaparrón que apagó el incontenible incendio y sus avances aniquiladores de todo. Entendí el mensaje. Si quieres milagros en tu vida, tienes que hacer tu parte. Si quieren que algo salga adelante y progrese, HAGAN SU PARTE.

Llevo 25 años apagando un incendió que ahora sé de dónde vino, y por qué causas, que buscaba arruinar todo lo mío, y aniquilar todo lo que con mucho esfuerzo yo había logrado en mi existencia. No era un fenómeno natural, sino un tsunami propio del agrupamiento falaz devoluntades destructoras. Muy fuertes y contundentes, y defensor de privilegios que yo no tenía, sino ellos.

Sí, estos se sentían mejor que yo, Invocaban abolengos, aseguraban supremacías no demostradas, que los hacían propietarios del poder. Y alguien como yo, que no pertenecía ese grupúsculo adornado y de costumbres raras y secretas, era un usurpador de su futuro, del que le habían señalado desde antes de nacer sus progenitores.

Unieron sus fuerzas, compraron a sus esclavos, y me dispararon una y otra vez, en medio del silencio tolerante de muchos, que como yo, confiaban en la rectitud de la justicia y en la independencia de la República que amamos. Tengo fe en que tarde que temprano el Dios del mundo creará el chaparrón extintor de mi incendio. Mientras ello se surte, seguiré, cueste lo cueste, haciendo mi parte.

El mundo no es de los sumisos, es de los que con fé luchan por el mejor porvenir de sus congéneres, de toda la sociedad. El mundo no puede premiar las inexistentes virtudes de los sicarios de la política, ni sus falsos positivos. El mundo es de los artesanos con Dios, que se preparan en las canteras del pensamiento, que debaten sus posturas, y defienden siempre sus principios y convicciones merecedoras de premios y apoyos de lo divino.

Hace unas horas, me regaló el pintor caribe CESAR BERTAL, una acuarela de un colibrí. El es el mejor acuarelista que tiene América, sin dudas, con exposiciones en más de 80 museos del mundo. Defiende la naturaleza, sus aguas, los bosques y el medio ambiente, como pocos. Y me regaló este colibrí, para que yo recuerde siempre el hacer mi parte, como la que hizo otro colibrí para salvar su bosque. Qué bello colibrí incorporé a mi sala. Tiene premios de la bienal de arte de Río de Janeiro.

Muchos familiares inclusive, me ruegan que deje eso así. Que no hay mejor absolución que la de un pueblo que no se confabula con las infamias. Y me anotan que debo descansar. Que me enfermo en esta lucha desigual y traicionera. Y me estremecen. Pero ahora tengo mi propio colibrí, que me dice que si no flaqueo cobardemente, algún día Colombia será la patria de todos, la que por asegurar y respetar la eficacia de los derechos fundamentales, tiene Constitución Nacional en serio y libertad.

Jamás crecí para el martirologio, sino para la emulación, con lealtad a la grandeza. Pero la vida, alguna enseñanza me ha impuesto con costos dolorosos. O Dios me ha asignado, como lo que soy, uno de sus mejores guerreros, una misión que dejará huella en el camino de la mejor Colombia. Y entraré triunfante y sereno, al pabellón de los héroes del mejor servicio público. Y si ello fuere útil y redentor, yo acepto el doloroso precio de la dura causa.

El control de mi vida lo tiene Dios. Que él me de las fuerzas para persistir en la batalla. Las necesito. Derrames cerebrales, enfermedades de todo tipo, Paget, mieloma, merma en mis fuerzas. no me han retirado del campo de la batalla. Y que venga la guerra, con todos sus tambores, para que alguna vez el sueño libertario de la paz total, seria, cierta y perdurable, reine en los cuatro puntos cardinales de mi Colombia.