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EL FANTASMA

Daniela Botero 

 

 

En delicado estado de salud se encuentra el maestro Adolfo Pacheco Anillo luego del accidente de tránsito que tuvo el 20 de enero en carreteras de Bolívar.

El maestro nació en San Jacinto el 8 de agosto de 1940.

Pacheco Anillo permanece en un centro asistencial de Barranquilla. Miles de personas se han solidarizado con el maestro, su familia, el folclor y la música costeña.

Desde muy niño con las influencias de su abuelo Laureano Antonio Pacheco, tocador de gaita y tambor, mostró sus dotes de compositor y el primer verso que hizo a los seis años, es un canto indio en ritmo de puya «Mazamorrita cruda».

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Adolfo cursó su bachillerato en el colegio Fernández Baena en Cartagena, adelantó un fugaz paso por la ingeniería civil en Bogotá, se graduó como abogado en la Universidad de Cartagena y, recientemente, la Universidad Popular del Cesar le concedió la máxima distinción otorgándole el doctorado Honoris Causa.

Compositor de La Hamaca Grande, que además de ser un himno para San Jacinto Bolívar, también se convirtió en esa melodía que une a dos culturas y a dos regiones: La Vallenata y la Sabanera, logrando de esta manera un intercambio musical que ha enriquecido la música de nuestro país, donde la entonan en todos los rincones convirtiéndose en una obra insigne de la cultura y el arte colombiano.

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La obra musical de Pacheco ha sido exitosa por donde se mire, debido a que son más de 180 canciones grabadas, 60 de ellas han sido grandes éxitos en diferentes ritmos y géneros. El maestro se ha dado el lujo de componer vallenatos, cumbias, porros, chande y hasta boleros.

El maestro de la Sociedad de Autores y Compositores Sayco le hizo un reclamo a Consuelo Araújo y a los organizadores del Festival de la Leyenda Vallenata de encasillar la música en solo cuatro ritmos y clasificar todo lo que suene en acordeón como música vallenata.

Argumentó no solo con la creación de La hamaca grande, una canción que hoy es uno de los clásicos de Colombia, un reclamo que además busca la reconciliación entre la música del Valle de Upar con las sabanas del Bolívar Grande, que incluye a Sucre y Córdoba.

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Y reivindicó la existencia de una narrativa y una poética inspiradora con mitos y leyendas que enriquecen la tradición popular. El Cerro Maco y los Montes de María entraron en esa narrativa y en esa poética en la obra musical de Adolfo Pacheco, y esa visión la enriqueció el compositor con argumentos musicales, socioculturales y documentándose en la tradición popular y en la historia.

Adolfo Pacheco se hizo acreedor, para que La Fundación Festival de la Leyenda Vallenata en el año 2005 lo declarara «Compositor Vitalicio»; distinción que comparte con Tobías Enrique Pumarejo, Rafael Escalona, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta y Calixto Ochoa, entre otros.

En las emisoras, por estos días, se oyen algunas de sus canciones, especialmente La hamaca grande, El viejo Miguel, El mochuelo, El cordobés y Mercedes.