Opinión, TOP

POR LA REVOLUCIÓN QUE MERECEMOS

Revolución 

 

 

David Turbay Turbay 

Hay momentos en que uno por fuerza de las circunstancias, se siente la encarnación de Colombia. Más cuando la vida, siempre ha estado ligada a la Patria. Más aun cuando siempre se ha fungido como adalid del partido liberal que se extingue y de la República que se va. En veces se vive para la Patria un solo instante. Y para la gloria demasiado. Hay momentos en que toca ser la REVOLUCIÓN, POR EL PATRIOTISMO, POR LA HONRADEZ, POR LAS VIRTUDES CÍVICAS, POR LA GRANDEZA del alma, por la entereza del carácter. Sí, toca ser el caballero de la democracia, el faro erguido y fuerte en medio de las tempestades y las sombras, la luz fulgurante en las tinieblas. Hoy asumo ese rol vital, esperando que mis memorias estén en la memoria nacional, y mis ejecutorias en el mundo de los héroes.

Y lo hago en nombre de mi partido, hoy frágil, pero siempre grande. Sí, en nombre de una colectividad a la que dividieron intentando sepultarla, los herederos de quienes fueron exaltados por los rojos a las más altas cúspides del Estado y de la gloria.

Porque en veces es necesario despertar la memoria, recordar las ingratitudes, sindicar a los mercenarios y señalar a los pigmeos sin gratitudes.

Hoy, asumo el compromiso de logar la revolución en la administración de la justicia, que no puede ser instrumento ni de pasiones líricas sin contenido, ni de melancolías. Y convoco para ello, a todos los partidos, que sueñen con su imparcialidad cierta, con su respetabilidad inmaculada.

Y demando en medio del fragor de la ignominia, el resuelto apoyo del Presidente de Colombia. Es esta, la primera gran reforma que debe acometerse. Todos la estiman indispensable, pero no todos son valientes para librar la suicida batalla. Hace unas jornadas, Rafael Correa, expresidente de El Ecuador, recordaba: «Lo que están haciendo  en Latinoamérica es el nuevo plan Cóndor. Ya ni se necesitan dictaduras militares; se necesitan jueces sumisos y una prensa corrupta». Que vuelvan los jueces verticales y que la prensa digna sea guía gigante y respetable de la mejor Patria posible.

Y si ese es el plan, impondremos en esta tierra de cóndores y de mares, nuestra dignidad como Estado, los valores supremos de nuestra alma, nuestro compromiso con legarle a nuestros descendientes una patria altiva, de méritos y digna. O seremos áulicos de poderíos salvajes y rastreros? No lo creo. Llegó la hora de demostrarlo, de empuñar la espada del decoro y de demostrar que en la esgrima por la patria, somos los mejores, somos invencibles.

Si a tu caudal se le anteponen diques, date una tregua pero no claudiques, enseñaban en las casas. Llego la hora de suspender las treguas de tantos años, y de ser los obreros de la mejor Colombia. La mano del crimen tendida sobre el cuello del pueblo, será registro de un pasado cruel y vergonzoso realizado por felones, pero jamás realidad de un presente y de un futuro levantado sobre estructuras morales serias y perdurables merecedoras de la gratitud y el justo reconocimiento nacionales.