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El mejor: DIOMEDES DÍAZ

Diomedes Díaz

 

David Turbay Turbay

Que a un compositor le cantara uno de sus temas Diomedes Díaz, aseguraba su ingreso a la gloria. Yo tuve esa fortuna. Compuse un tema musical. Y quedé en encontrarme con Diomedes en Barranquilla, donde él amenizaría la fiesta de fin de año, de los hermanos Molina, Eliseo, Miguel, Jairo y Elber, propietarios de los Almacenes Cañamo, que registran su presencia comercial en toda la costa caribe colombiana.

Yo viajé a Cartagena y desayuné con Camilo Namén, otro de los grandes del folclor vallenato. Salí a la oficina de Emilio Lébolo Castellanos, y recibí amigos liberales del Departamento del Atlántico, entre ellos a quien yo quise mucho, Roberto Esper. Pero desde las cinco de la tarde partí para prepararme y concurrir a la sonada jornada de festejo de los Molina.

Y estábamos ya en la sede del evento, bien adornada. Los Old Parr y los Buchanan, rondaban con opulencia.

Y pasaban las tandas de muy buenos conjuntos. Yo, que no conocía A Diomedes, estaba muy pendiente. Y, para sintetizar el recuento, el Cacique nunca llegó. Su orquesta ya estaba en Barranquilla, y anunciaba que salía para el evento, pero Diomedes no llegó.

Yo tenía mi tema. Y muy triste me fui a dormir. Al día siguiente, recibí una mañanera llamada del Cacique. Se excusó conmigo. Me dijo que no se sentía bien de salud. Y me pidió que le enviara con uno de sus amigos, que viajaba a la una de la tarde hacia Valledupar, el tema, con sus acordes. Me advirtió que él sería muy sincero conmigo, y me diría si el tema le servía por su calidad o tendríamos que esperar otro que si cumpliera con esa excelencia.

Le dije que me sometía a esa evaluación. Y a los cuatro días me volvió a llamar. Me dijo muy contento, que el tema era suyo, y que me alejara de la política y me dedicara a la composición musical.

Recibí de uno de los suyos, un cassette con el tema en su voz. Y lo acompañaba mi amigo Alvarito López, con el acordeón que un día le regalé. Y la emoción se apoderó de mí.

Un compadre de Diomedes, Guillermo Mazorra, Director Musical de Sony, nos había invitado a almorzar a su casa. Y partimos a Cota, con nuestro inolvidable amigo Luis Miguel Oquendo, tempranamente fallecido y añorado por siempre.

Y toda la tarde el asado generoso que nos hicieron, se consumía oyendo mi canción vallenata.

Guillermo, estaba muy contento y vaticinaba que el tema oído sería un batatazo musical.

Y estábamos allí, cuando llegaron unos billetes de cincuenta mil en una misiva enviada desde la capital cesarense, que Diomedes le mandaba a su ahijada, la hija de Guillermo, firmados por él. Todo era alegría.

Pero llegó el inicio del anochecer, y a las siete llamaron, para comunicar que muy lamentablemente Diomedes Díaz, acababa de fallecer. Se acabó el festejo. La tristeza se apoderó de todos los contertulios. Y la gran música vallenata se vistió de luto.

No pude lograr que Diomedes grabara mí canción. Muchos cantantes de primer orden musical romántico vallenato, entre ellos mi compadre Jorge Oñate, me pidieron que les facilitara el tema. Pero yo no quise, siempre se compuso para Diomedes. Para componerlo compré diez de los mejores CD del cacique, bajo la orientación del gran OTTO Medina Monterrosa. Y los oí, día tras día. Con Kike Purizaga le pusimos los acordes. Es un excelente compositor nacido en Piura, Perú. Ganador de muchos premios Grammy, latinoamericanos y estadounidenses. Y cuando el gran cantante dijo que el tema era suyo, nada nos ponía más contentos que escucharlo con orgullo.

Yo he sido siempre amigo de los Hermanos Zuleta, de Poncho y Emilianito. Pero mi hija mayor, Alexandra, estudiaba en Boston. Y cuando yo le anunciaba que iríamos con su mamá a visitarla, lo único que me pedía era el último CD de Diomedes. Ella lo traducía al inglés y sus compañeras de internado, todas americanas, cantaban los temas de Diomedes.

Un día quise escucharlo en Bogotá. Y fuimos a oírlo cantar con Juan Celedón y Alejandro Turbay, y a cuatro otros conjuntos de excelencia. Diomedes e Iván Zuleta, les dieron a todos sopa y seco. Sobresalieron sin mayores esfuerzos.

En la Contraloría tuvimos a un gran escritor y periodista, ALBERTO Martínez Monterrosa. El ganador de premios nacionales e internacionales de periodismo, no se perdía nada que fuera del gran cantante. Y cuando nos invitaba a su casa sus canciones alegraban, y solo las de él, la tenida.

Hoy está de aniversario, se festeja en el país su natalicio. Conozco a su hijo mayor, Rafael Santos. Y he visto lo que significa con merecimientos para la música vallenata. Y quise evocar este tema de mi frustración porque no se logró grabar mi tema. Hoy, he pedido una tripleta de buenas botellas de vino blanco. Y están enfriándose en la nevera. Esta noche las destaparé con los amigos, y sacaré el Cd, y oiremos al mejor, cantando la canción que compuse para su interpretación. El tiempo no alcanzó. Pero él afirmó que valía la pena. Y eso me basta.