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MURIÓ LA MADRE DE MIS HIJOS

MURIÓ LA MADRE DE MIS HIJOS

La muerte siempre ha sido objeto de profundas reflexiones filosóficas, religiosas y, actualmente, científicas. Es difícil aceptar este doloroso momento.

La muerte es un fenómeno tan complejo, ambiguo y desconocido que escapa una y otra vez a los intentos de aprehender intelectualmente. La muerte ha sido abordada desde las distintas disciplinas y desde múltiples perspectivas.

Como seres humanos tratamos de evitar el tema de la muerte cuando se trata de una etapa final de la vida que todos debemos en algún momento ser protagonistas, pero en la mayoría de ocasiones creemos de manera equivocada que nunca nos va a su suceder y es por ello que cuando nos toca afrontar el duelo de nuestra compañera de vida es más difícil aceptar y seguir adelante hasta el momento que termine nuestra existencia.

El momento de la muerte de su ser querido es difícil y su asimilación casi imposible. Pero lo doloroso donde uno quedando totalmente abatido es ver llorar y sufrir a sus hijos por la pérdida de su madre.

La muerte llegó a nuestra hogar donde perdimos mis hijos Victor Hugo Jr. y Carlos Andres, a su madre y a mi compañera de vida por espacio de cerca de 40 años, por ello estamos tristes y buscando fuerzas para seguir adelante.

Para mis hijos el amor de su madre fue único. El amor incondicional, el acompañamiento y la generosidad son cualidades que definen a la mayoría de las madres. La historia de un ser humano está muy ligada a la de su propia madre.

Nos duele en el alma, a mis hijos y a mí, se fue parte de nuestra vida, parte de nuestra motivación, pero se queda acá en nuestro  corazón y en la  mente todos los sueños realizados y los que quedaron pendientes, pero más adelante volveremos a encontrarnos con ella en la eternidad.

La experiencia de la muerte es como el nacimiento, por cuanto se trata del inicio de otra existencia, el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo y oyendo, comprendiendo y riendo, y en el que se tiene la posibilidad de continuar el crecimiento espiritual.

Hasta siempre Diana Patricia Carmona Salazar