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Crónica de Gardeazábal : DE TRAICIONES Y CARROTANQUES

Los carrotanques de La Guajira

 

Gustavo Álvarez Gardeazábal

 El Porce

En este país donde las palabras y los hechos se ponen de moda solo por instantes del calendario, hacía tiempo que no oía hablar de traición.

Ese concepto se repite en la historia de la humanidad cuando se registra el rompimiento de un pacto, una fidelidad o un compromiso.  Fue entonces muy de moda cuando la humanidad se clasificaba entre amigos y enemigos y la noción de secta,religiosa o política, obligaba a no pasarse al otro bando.

Pero por estos días, cuando el alboroto del contrato de los pasaportes tuvo un final contradictorio y puso en ridículo a sus actores, la calificación que el presidente Petro dio al funcionario que le llevó la contraria y autorizó el contrato de los pasaportes a la única firma de marras, fue la de traidor.

Tal vez una compenetración con el uso de esa palabra y su profundo significado nos puede hacer entender el barullo intenso que se ha vuelto el gobierno Petro, donde se pasa del momento luminoso de la idea genial a la torpeza infinita de los ignorantes.

No de otra manera podremos entender los colombianos como Laura y Benedetti van del vilipendio público a la entronización absoluta y nada pasa porque nadie se atreve a aclarar la verdadera razón de ese grotesco ir y venir.

Solo entendiendo lo que es una traición podemos también acercarnos a la comprensión del negocio de los carrotanques, comprados como en una estantería de productos en promoción y con la garantía implícita de que no serán usados pues el agua no existe para trasladar en la Guajira.

Solo en una república como Colombia en donde el peor calificativo puede ser que el presidente llame a alguien traicionero ,aceptamos que se nos mienta y además, que quien lo hace se crea su propia mentira.

De traiciones y recolectores de basura abrumaron a los bogotanos cuando desbarataron el sistema de aseo de la capital y Petro era su alcalde. Son episodios que tienen el mismo sabor o el mismo aroma de que hay algo podrido  pero que de tanto aguantarlo hemos terminado por  tolerarlo y olvidarlo y ,en especial , no hemos sido capaces de emitir el juicio de la historia sobre lo que pasa y nos seguirá pasando.