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MÁCKA Y EL PLACER DE SU FÚTBOL

Macalister Silva, la estrella de Millonarios.

Esteban Jaramillo Osorio

Un año atrás, Millonarios discutía si le renovaba el contrato a Macalister Silva por una temporada, o dos como él quería.

Revoloteaba un temor por el envejecimiento de su cuerpo, y el proyectado debilitamiento de sus aptitudes.

Se impuso el criterio del entrenador Gamero, con su cuerpo técnico, con valoración a su lealtad, su positiva injerencia grupal y su calidad. Desde aquella época hasta hoy, él y su equipo han sido dos veces campeones.  

Macalister Silva, no solo por sus logros, está en la historia azul. Tipo duro este que interpreta los movimientos de la pelota, los procesa y decide, por su habilidad para entender las acciones colectivas. Conoce el juego.

Su fútbol habla por él.

Posee una colección de jugadas que realiza sin clavar la mirada en el balón, el que domina con maestría, con versatilidad de creador influyente con amplio panorama, con precisión de pase y toques frescos, inverosímiles e inesperados.

Difícil es rastrearlo en la cancha. Parece inmóvil, pero piensa y juega con sentido común, arma mortal cuando se pierde velocidad y dinámica.

Efectivo, simplifica enredos con sorpresivos enganches y jugadas que, en su mayoría, por terminar en goles, son perfectas.

Combina sus acciones, como líder dentro y fuera de la cancha, especialmente cuando llegan los momentos de zozobra en las derrotas, dominan las frustraciones y se desbordan las críticas.

No solo juega donde quiere sino donde su equipo lo necesita.

No ha sido cruel en él, el paso de los años. Juega más y corre menos, buscando espacios donde desplegar su clase, para evitar las maldades de las marcas duras, que lo persiguen y castigan.

Con Macka, como lo llaman en el club, el fútbol se ve fácil. Actúa con simpleza, con movimientos que tantas veces sus compañeros no entienden, por lo inesperado.

Como las asociaciones en corto, las pisadas, el empleo con habilidad de los dos pies, los perfiles, el pase filtrado, sus letales asistencias, los disparos a portería bien colocados y, en general, la comprensión del juego como parte vital de su repertorio.

Macka tiene una forma especial de ver y jugar el fútbol. Útil como motor de los chicos con sus consejos, el aliado del entrenador y el ídolo de las tribunas.

Dinosaurio con vigencia. Por eso sus títulos y la admiración de los aficionados.