Opinión, TOP

«El Panóptico»: EL SADISMO Y SECTARISMO DE MILEI

Javier Milei, presidente de Argentina.

 

 

Jhonny Alexis Lizcano L.

 

Nuevamente el Presidente de Argentina Javier Milei, volvió a insultar a su homólogo colombiano Gustavo Petro. Pero en esta ocasión, su tono y lenguaje despectivo ya evidencia sadismo y un sectarismo extremo. Que lentamente, ya comienza a minar y debilitar las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Recordemos que el primer incidente ocurrió hace un mes tras las declaraciones de Milei, al referirse a Petro como «un comunista asesino que está hundiendo al país». Lo cual provocó inmediatamente una tensión bilateral y diplomática entre ambas naciones. Pero no suficiente con ello, el pasado 24 de febrero al finalizar su discurso en una conferencia política de fuerzas de derecha en Washington CPAC, en la National Harbor (Maryland). Evento precedido por el expresidente de EE.UU. Donald Trump. – Quien Milei saludó efusivamente antes de su intervención – . Se refirió al mandatario Gustavo Petro, como «una plaga letal para los propios colombianos».

Lo curioso del asunto, es que tanto el primer incidente como el actual. Fueron claramente infundados y promovidos por el canal de televisión colombiano NTN24. Públicamente reconocido como un medio de comunicación opositor y  derechista. Contrario a la ideología política del gobierno nacional.

Lo anterior pone en evidencia varios aspectos. Lo primero es que el sadismo, no necesariamente debe relacionarse estrictamente como una perversión sexual. Sino que también consiste en obtener placer y satisfacción, a partir de ejercer la crueldad física, emocional o psicológica sobre otro ser viviente. Que al parecer, es la característica de Milei.

Pues en todas sus intervenciones públicas, siempre está presente el disfrute y gozo al humillar, desprestigiar, causar dolor o malestar a su adversario. En otros casos conforme a su patología, la víctima es escogida selectivamente.

Lo segundo por decir es que el sectarismo de Milei, visiblemente sesgado e intolerante, se asocia muy bien a la actual cultura polarizada que describe a Latinoamérica. En donde grandes grupos de poder ejercen presión e influencia ideológica en la sociedad, para su propio beneficio e interés. En particular organizaciones empresariales y medios de comunicación al servicio de multinacionales económicas y políticas, que pretenden por medio de sus discursos alterar la geopolítica o estabilidad democrática de los gobiernos.

Un interés y propósito mezquino en este caso evidente. En donde el sadismo y el sectarismo de Milei, son simplemente herramientas estratégicas de poder y oposición política. Que sumadas a la neurosis colectiva de una sociedad mentalmente enferma y dependiente, puede aceptar con cierta pasividad y tranquilidad los oprobios y ráfagas mediáticas de violencia, odio e intolerancia. De un personaje que por su propia naturaleza, ha logrado llegar al poder a través de la intransigencia y manipulación psicológica. Hoy contradictoriamente resaltada y apreciada por la sociedad, como sinónimo de inteligencia y liderazgo.

Cabe solo preguntarnos, si el sadismo y sectarismo de Milei son un paradigma social. O por el contrario, representan el convencionalismo del animal político por excelencia. Pregonado con cierta virtuosidad por Maquiavelo. «En donde el fin, justifica los medios».