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Crónica de Gardeazabal: CONGRESISTAS DELINCUENTES

En Colombia, cada senador o representante, gozan de una nómina de servidores pagados por los impuestos de los contribuyentes para dizque  asesorar al congresista en la ejecución de sus responsabilidades como padres de la patria.

 

 

Gustavo Álvarez Gardeazábal

El Porce

Nadie le ha querido parar bolas en Colombia a la gravedad que conlleva la condena a la señora Le Pen, la máxima dirigente de la derecha  francesa pese a que el delito por el que terminaron inhabilitando lo repiten permanentemente los congresistas colombianos ya que aquí ni es delito ni nadie se atrevería a desbaratar ese engranaje de financiación partidista.

El juicio que se le  ha seguido a la jefe de la ultraderecha francesa y que terminó con una estruendosa condena que puede mandarla a  la cárcel, pero de cualquier manera le impedirá  ser la próxima candidata presidencial, fue llevado a sus últimas consecuencias pero es igualito al que tienen montado hace años los congresistas colombianos.

Aquí nos inventamos a la par de los corruptos cupos indicativos, las poco conocidas pero muy efectivas UTL, Unidades de Trabajo Legislativo donde  cada senador o representante, y también algunos diputados y concejales, gozan de una nómina de servidores pagados por los impuestos de los contribuyentes para dizque  asesorar al congresista en la ejecución de sus responsabilidades como padres de la patria.

Aparentemente los empleados de las UTL deberían desempeñar sus funciones alrededor del Capitolio y cerca de las oficinas de los congresistas, pero como en Colombia hacemos la ley al mismo tiempo que la trampa, muy buena parte de los nombrados en esas UTL apenas si han ido al capitolio a posesionarse e inscribir el número de la cuenta bancaria donde religiosamente les consignan cada mes su sueldo.

Una gran mayoría de ellos son los que antaño se llamaban «corbatas».

Es decir que aparecen en nómina pero no trabajando para lo que los nombraron sino para garantizar una influencia sobre grupos de votantes,para asegurar la fidelidad del cacique batallador en provincia y,en algunos casos, para ordeñarle la contribución al partido.

Por descararse en tal ámbito condenaron a la señora Le Pen. En Colombia eso no pasará nunca, somos más hábiles para camuflar y tolerar que los franceses.