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EL Deber Ser

Esta copia de El arte de la guerra (en la portada, «孫子兵法») de Sun Tzu forma parte de una colección de la Universidad de California, Riverside. La portada también dice «乾隆御書», lo que significa que fue encargado o transcrito por el Emperador Qianlong.

Olenka Piotrowska

Se podría o se puede asumir el «Deber Ser» desde el statu quo que significa el estado de algo en un determinado momento. ¿De qué manera se asimila? ¿Desde dónde se puede asimilar? Bueno, es un concepto que lo abarcaremos desde el razonamiento humano, para dirigirlo al mismo tiempo al comportamiento humano y de esta manera comprender de mejor forma su acto.

El «Arte de la Guerra», el libro de Sun Tzu, un general chino, escrito en el s. V A.C., que ha inspirado a grandes personajes de la historia como Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung, entre muchas otras figuras históricas – y a pesar del tiempo – logra todavía mantenerse vigente. Además, tengamos en cuenta que son más de 2.500 años. Ya estando ubicados en el tiempo, quiero hablar de que lo importante de este texto es su invención acerca de la estrategia, dando luces sobre cómo debemos asumir los momentos de dificultad y confrontación humana para dirigir nuestros actos hacia la mejor solución posible. Dos de sus grandes frases célebres son: «la mejor victoria es vencer sin combatir» y «esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante».

De acuerdo con lo anterior, ahora podemos entender por qué se asume a las culturas orientales desde la estrategia. Polibio (historiador griego 2 s. A. C) es considerado el primer historiador que escribe una historia universal y será de referencia en la formación de la disciplina en la teoría de la historia, en la modernidad. Y lo menciono porque quiero que tengamos en cuenta los ciclos políticos de Polibio, la anacicliosis. Polibio identifica 6 etapas que se repiten: 1. Monarquía 2. Tiranía 3. Aristocracia 4. Oligarquía 5. Democracia 6. Oclocracia – que significa (crisis para dar lugar nuevamente a una monarquía y así comenzar nuevamente el ciclo) hoy en día se entiende como un concepto análogo de populismo, tanto de izquierdas como de derechas.

Sin duda el «Deber Ser» está relacionado con el bien y el mal, con lo correcto y lo incorrecto y ¿por qué no? – con el destino. Los griegos tenían una noción bastante acertada en relación con el destino, es decir, entendían que se debía cumplir con el destino. Pensemos en la «Iliada», en la Guerra de Troya, una guerra de gran valía en la que giró en torno al amor y por amor. Paris enamorado de su amada Helena decide raptarla de su marido Menelao, Rey de Esparta. Y, como consecuencia, se desata en la «Iliada» – la odisea. Y es aquí donde quiero que tengamos en cuenta a Aquiles – el semidios, nacido para la guerra y quién cumplió con su destino en Troya. Se dice que fue Paris que con ayuda e intervención de Apolo logra dirigir su flecha al frágil talón de Aquiles. Bien sabía Aquiles que esa guerra no le correspondía, pero, al mismo tiempo, que el nació y que su destino era luchar para servirle a la guerra para así cumplir y – por qué no – con su deber para ser.

Se puede entender que nosotros los humanos pertenecemos al mundo de la causación, es decir, al efecto producido por la acción (al modo de operar). Esto significa que formamos, hacemos y constituimos nuestra libertad; significa que podemos elegir libremente hacia dónde dirigirnos para ser quienes queremos ser, fundamentados por nuestra voluntad. Es importante pensar que es nuestra voluntad la que nos define.

La Revolución Francesa cuestiona y pone de manifiesto el deber ser, por primera vez se puede hablar de los derechos del ciudadano, en medio de un periodo de grandes conflictos sociales donde el feudalismo, la burguesía y el absolutismo carecen de sentido. Es un periodo donde hablamos en términos de imperio, república y monarquía constitucional al mismo tiempo y todo lo anterior surge alrededor de un golpe de estado. De ahí la modernidad con Descartes «pienso luego existo causación.

El círculo de Viena constituido entre 1924 y 1936 por un grupo de destacados científicos y filósofos, tenían interés principalmente en la lógica de la ciencia y asumían a la filosofía como la disciplina encargada de que fuera quién distingue qué es y qué no es ciencia. Además, también en la elaboración y construcción de un lenguaje común para todas las ciencias. Y de ahí surge la cuestión de justificar el inductismo (estudio que permite la elaboración de argumentos sólidos para sustentar la validez de la construcción conceptual) y de esta forma los distintos criterios utilitaristas. El utilitarismo se convierte en una filosofía moral en el s. XVIII, gracias a Jeremy Bentham con su visión ética y también piedra angular, constituida por el principio de la utilidad en 1789, que consiste en ilustrar cuál es la importancia social de buscar en cada una de las acciones particulares el bienestar general, esto significa, encontrar la mejor forma de mostrar o evidenciar el mal que representa tanto para la persona en sí misma, como para el desarrollo y la construcción de una sociedad próspera, pujante. El egoísmo más conocido como (selfishness). Desde otros términos significa lo bueno que por derecho natural del hombre satisface en el cuidado del yo social, en su amor propio (self love).

Para continuar, me parece necesario después de mencionar al círculo de Viena que hablemos también de la Escuela de Fráncfort, ya que ella tiene gran importancia para la constitución filosófica de hoy. Fundada en 1923, exiliada por los nazis y concertada con una segunda escuela en 1950, se vincula a una consistente hermenéutica y a una persuasiva crítica a la razón, a la historia y a la cultura. Horkheimer y Adorno, padres de esta escuela se oponen a Hegel, conciben a la dialéctica no como un método, sino más bien como un sistema. Además, se opusieron a la masificación degradante del ser humano, en tiempos donde se cuestiona la objetividad del conocimiento, la verdad en relación con la existencia y, al mismo tiempo, a la autenticidad individual y conforme a la herencia existencialista de Kierkegaard, Nietzsche y Heidegger. Es preciso rescatar la razón de las ideologías en un mundo donde se encuentra rodeado de ellas y es aquí cuando pienso nuevamente en Polibio.

Hay que hacer la referencia a Habermas (1929, Düsseldorf) considerado como el último heredero de la escuela de Frankfurt, asistente de Adorno y luego de Gadamer, quién para cumplir con el destino de esta escuela de la razón, da origen a la teoría de la acción comunicativa. Según él, la filosofía se encuentra en crisis, debido al obsesivo análisis realizado frente al sujeto en sí, al terminar por diluirlo y apuesta por la razón comunicativa, al dejar de atribuir la razón al sujeto para volcarla al ámbito lingüístico y a su interacción.

Aprovechemos otro referente. Zygmunt Bauman (1925, Poznań – 2017, Leeds), el filósofo polaco de gran relevancia fue quién introdujo la Modernidad liquida, un concepto que se destaca bastante en la actualidad y que consiste en la hibris social en 5 fases: 1. Emancipación 2. Individualidad 3. Tiempo/ espacio 4. Trabajo 5. Comunidad.

Y ahora me pregunto ¿entre estas 5 fases, ¿dónde se constituye el «Deber Ser»? Pensaría que, en fluir, sí, en fluir y podríamos fácilmente retomar a los griegos con el devenir y porque no en el eterno retorno de Nietzsche, además, de tener en cuenta que consiste también en derretir los sólidos, pero con el fin de constituir unos mejores sólidos. Pensemos en el dictador y en el subordinado; el problema es que la conducta ya no resulta autoevidente; Michel Foucault usó el diseño del panóptico de Jeremy Bentham como archimetáfora del poder moderno.

Y ahora seguimos con Byung-Chul Han, el renombrado filósofo surcoreano (1959), seguidor de Foucault, Heidegger, Freud, Walter Benjamin y más. Hace constantes denuncias a las sociedades de hoy que debemos tener en cuenta, por ejemplo, y cito: «creemos que somos libres, pero somos órganos sexuales del capitalismo». Nos categoriza como la «sociedad del cansancio», «el ocio se ha convertido en un insufrible no hacer nada» y los medios lo han denominado como «el filósofo contra la sociedad sin aliento». Y de todo lo anterior ¿será cierto? ¿Qué tan falso es? ¿De qué manera o de qué forma lo asumimos con el deber ser? ¿Y el destino?

Y para terminar no olvidemos la connotación espiritual, repensar la naturaleza y la identidad de las acciones humanas que pueden estar «discriminadas», tanto por el motivo como por la intención. Lo que anima a lo ético más que a la vida física, es la conciencia de una forma de vida que todo lo abarca. Los estoicos decían: no se trata de una obediencia ciega, pero de lo que sí se trata es de un conjunto de normas y principios (trata de lo que reside en el centro de nuestros juicios sobre actos particulares).