Colombia y Estados Unidos atraviesan un periodo de marcada tensión
Bogotá/Washington, D.C. –
Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos atraviesan un periodo de marcada tensión, que ha llevado a ambos gobiernos a tomar la inusual decisión de llamar a consultas a sus respectivos jefes de misión diplomática en Washington y Bogotá. Esta medida, adoptada en «ejercicio de su soberanía», responde a una escalada de diferencias entre las administraciones del presidente colombiano Gustavo Petro y su homólogo estadounidense, Donald Trump.
La Decisión Soberana
«El llamado de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos a sus jefes de misión diplomática, en Washington y Bogotá, es una determinación adoptada por ambos países en ejercicio de su soberanía, y responde al legítimo uso de sus competencias internas», afirmó el embajador García-Peña, refiriéndose a la sorpresiva medida.
A pesar de la coyuntura, la Cancillería colombiana ha reafirmado su compromiso con la diplomacia. «Colombia continuará promoviendo un diálogo respetuoso, franco y constructivo con Estados Unidos, guiado por los principios del derecho internacional y la promoción de nuestros intereses comunes», añadió el embajador, buscando tender puentes en un momento de fricción.
Un Historial de Conflictos
La declaración del embajador se produce tras una serie de episodios que han exacerbado la ya compleja relación bilateral. La tensión entre los presidentes Petro y Trump ha desencadenado varias medidas drásticas, entre las que destacan el cierre de los servicios diplomáticos de EE. UU. en Colombia a inicios de año y la suspensión de visas para funcionarios públicos nacionales, acciones que han elevado el nivel de la discordia.
La reacción de Estados Unidos no se hizo esperar. El Departamento de Estado, bajo la dirección del secretario Marco Rubio, anunció el llamado «a consultas urgentes» del Encargado de Negocios en Bogotá, John McNamara. Esta acción se justificó como respuesta a lo que Washington calificó como «repudiables e infundadas declaraciones de los más altos cargos del gobierno de Colombia», evidenciando la profundidad del desacuerdo y el deterioro en la comunicación de alto nivel.
Este escenario subraya la dinámica volátil de una relación histórica que, si bien se ha cimentado en la cooperación, ahora enfrenta el desafío de gestionar profundas divergencias políticas y retóricas que repercuten directamente en el ámbito diplomático.