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Entre la Fe y el Mito: EL DIABLO

El Diablo

 

 

Paula Huertas B.

Bogotá- Colombia

 

La figura del «Diablo» es una de las más enigmáticas e influyentes en la historia de la humanidad, presente en diversas culturas y religiones. Lo que «se sabe» sobre esta entidad es, en realidad, un complejo tejido de creencias teológicas, interpretaciones filosóficas y simbolismos culturales, que varía drásticamente según la perspectiva.

Religiones y sus Demonios

La información más estructurada sobre el Diablo proviene de las principales religiones monoteístas:

  • Cristianismo: Aquí, el Diablo es Satanás (del hebreo «adversario») o Diablo (del griego «calumniador»), una entidad espiritual personal, un ángel que por orgullo se rebeló contra Dios (a menudo identificado con Lucifer, el «portador de luz»). Se le considera el padre de la mentira, el tentador y el origen del mal. Su función principal es llevar a los humanos al pecado, alejándolos de la fe, y su destino final, según las escrituras, es el castigo eterno. La iconografía popular lo representa con cuernos, cola y alas de murciélago.
  • Islam: Conocido como Iblís o Shaitán, es un jinn (genio) que desobedeció a Alá al negarse a postrarse ante Adán. Es un tentador que susurra el mal en los corazones, pero su poder es limitado y está bajo el control divino. Su existencia es una prueba para la humanidad y su final es el castigo de Alá.
  • Judaísmo: En el judaísmo tradicional, «Satanás» (ha-Satán) es más un título que significa «el adversario» o «el acusador». No es una entidad maligna independiente, sino un agente divino que prueba la fe o acusa bajo el permiso de Dios, sin encarnar el mal absoluto.
  • Zoroastrismo: Esta antigua religión persa presenta un claro dualismo cósmico entre Ahura Mazda (el espíritu del bien) y Angra Mainyu (Ahriman), el espíritu del mal y la oscuridad. Angra Mainyu es una fuerza destructiva y genuinamente opuesta al bien.

La Mirada Filosófica y Psicológica

Fuera del dogma religioso, el Diablo es interpretado de formas más conceptuales:

  • Símbolo del Mal y la Sombra: Filosóficamente, puede personificar el mal absoluto, la crueldad y la destrucción. Psicológicamente, Carl Jung lo veía como un arquetipo de la «sombra» colectiva de la humanidad, representando los aspectos reprimidos y oscuros de la psique.
  • Mito Explicativo: En un sentido antropológico, la figura del Diablo es un mito universal que ayuda a las sociedades a comprender la existencia del sufrimiento y el comportamiento destructivo en un mundo que se cree creado por una deidad benevolente, sirviendo a menudo como una «causa externa» del mal.
  • Externalización de Conflictos Internos: Algunos ven al Diablo como una externalización de las luchas morales internas del individuo; sus «tentaciones» serían los propios impulsos autodestructivos o inmorales de la persona.

El Diablo en la Cultura Popular

La influencia del Diablo ha trascendido lo religioso para convertirse en un ícono cultural omnipresente en la literatura, el cine, la música y el arte. Se le representa de diversas maneras: desde un ser seductor y manipulador, un tirano infernal, hasta un símbolo de rebeldía o incluso una figura cómica.

 Una Verdad Subjetiva

Lo que «se sabe» del Diablo es, en última instancia, una amalgama de creencias profundamente arraigadas, interpretaciones simbólicas de la condición humana y narrativas culturales que han moldeado nuestra comprensión del bien y el mal. Para los creyentes, es una realidad espiritual; para otros, una poderosa metáfora. Su existencia, ya sea literal o conceptual, sigue siendo un tema de debate y reflexión constante, invitando a cada persona a explorar su propia cosmovisión.