Opinión, TOP

LA GUERRA NUESTRA DE CADA DIA

«La única manera de evitar la locura es aislarse, huir hacia el campo»

 

 

 

«El arte es la medicina del amor, para curar todas las enfermedades del alma»

 

Óscar Javier Ferreira Vanegas

El ser humano se convirtió en el gran depredador de su ecosistema. Su casa está llena de basura y el patio trasero es un verdadero muladar.

El aire está viciado. El mar es un basurero con islas de plástico. Los ríos son alcantarillas de desechos tóxicos.  Las grandes empresas emanan gases que envenenan y aumentan la temperatura, propiciando el efecto invernadero.

La tierra prometida es un desierto. El roedor humano, no solo destruye su hábitat, sino que cada día bombardea las mentes con sus misiles mediáticos que destruyen los corazones de los jóvenes, convirtiéndose en entes robotizados, insensibles y mecánicos, que ya no piensan, y se dejan manipular por las redes sociales. El paraíso terrenal se parceló entre los poderosos.

La guerra no solo está en los campos de batalla, sino en la vida diaria. Cada día debemos colocarnos la escafandra contra el miedo, el caos y la violencia.

Vivir es una aventura;  pero en la ciudad, una odisea. En la Ciudad Gótica, el Guasón manipula y compra la ley. El hombre murciélago se marchó hace tiempo. Las avenidas en las horas pico son interminables rutas de paciencia.

Cada quien sale de su hogar, pero no sabe si podrá regresar al finalizar el día. La gente trabaja para lograr el sustento. Pero gran parte busca la vida fácil, el camino más corto, y busca quitarle al otro el fruto de su esfuerzo. Las técnicas más avesadas de los carteristas sicilianos, se aplican en el Transmilenio, para despejar a la humilde secretaria de su celular o su billetera. Los deportistas que buscan fortificar su cuerpo, son atracados y despojados de sus bicicletas. Bandas organizadas despojan a los conductores de sus vehículos en las entradas del garaje.

Y lo peor: gran cantidad de hogares de mantiene con una tasa de agua de panela al día; en tanto que los políticos que les prometieron una vivienda, educación y mejorar sus vidas, se esfumaron después de las elecciones.

La televisión y los medios digitales se convirtieron en una vitrina donde pululan las mentiras, las noticias escandalosas, la promoción de la morbosidad, la violencia y el mal gusto. Se quiere mostrar como normal, lo anormal. Un mundo sin Dios y sin ley, está predestinado a perecer.

La única manera de evitar la locura es aislarse, huir hacia el campo, en algún lugar donde las bombas y las minas quiebrapatas permitan caminar. Y pedirle a Dios que nos proteja en el diario devenir, capoteando el temporal y protegiéndonos frente a esta guerra inclemente e inhumana que nos acecha. Lo importante es no dejarnos contaminar y caminar por el sendero recto del trabajo, con confianza, esfuerzo y mucho amor y bondad, para con nosotros y los demás. La familia es nuestra prioridad.

El amor debe ser nuestro escudo protector; vivir en paz y sin egoísmo; propiciar la paz en los corazones de nuestros seres queridos,  hará más llevadera nuestra existencia. Bendigámonos y bendigamos a los demás. Aprendamos a amar y perdonar.