Gilberto Castillo y su nuevo libro Hilos de sangre y otras historias
Germán Matamoros
A raíz del lanzamiento de su nuevo libro Hilos de sangre y otras historias, así se formó la oligarquía en Colombia, dialogamos con el periodista Gilberto Castillo, un historiador y periodista que se metió en la tarea titánica de contar la historia de Colombia en una serie de libros muy reveladores sobre un pasado que desconocemos casi por completo.
Castillo es periodista, catedrático y miembro de La Academia de Historia de Bogotá. Ha trabajado en varios medios escritos en Colombia. Es autor de varios libros entre los que se destacan Parejas de Papel y Caminando en el Tiempo, publicaciones que ya han tenido amplio reconocimiento en Colombia.
-¿Desde cuándo se apasiona por el tema de la historia de Colombia?
El tema de la historia de Colombia me interesó desde hace muchos años. Yo era muy joven, casi niño. Después descubrí que nuestra historia además de fraccionada había sido contada a pedazos o por bloques y resulta incompleta y en algunos casos amañada, y, además, que nuestro país ha sido construido con mentiras completas y verdades a medias. Ante esto, cuando leí el libro El Azteca de Gary Jennings, encontré la forma de contar la historia de Colombia, de manera más sencilla y amena a través de mis novelas o crónicas históricas.
–¿De qué trata el libro?
La forma como desde la época de la colonia se consolidaron las castas sociales y una clase dominante muy cerrada, porque mientras en otros países de América Latina desciende de cuatro o cinco familias, aquí lo hace de una sola. Este último pareciera tener un título muy duro para el momento que vivimos, pero es un libro escrito para ilustrar no para agredir. Además, la clase dominante existe en todos los países del mundo. Cuenta la historia de nuestro país entre 1538 y 1781 cuando se da la revolución de los comuneros. Es en esta época donde se sientan la base, las condiciones, los vicios y las virtudes, que desde entonces son pocas, de ese país que vivimos hoy.
– ¿Se dice que este trabajo como historiador lo hace porque considera que hay más mentiras que verdades históricas o simplemente porque la historia está contada a medias?
Si, German, porqué ocurren las dos cosas, pero además porque desconocemos nuestra historia y la repetimos a cada rato; quien lea el libro descubrirá que en materia de solucionar los problemas estructurales del país no hemos avanzado en nada desde la colonia; por ejemplo, sigue la corrupción que fue herencia legítimamente española y la división de clases sociales que fueron creadas, tal y como están, en aquel entonces.
-Bueno, pero el de las guerras religiosas ya está investigado, solo falta retomarlo.
Sí señor, pero tiene que esperar hasta que llegue a él, primero va la Patria Boba, porque la historia es un camino que hay que seguir como un trayecto porque no hay situaciones aisladas, todo es causa efecto. Lo que ocurrió ayer lleva a lo que pasa hoy y a lo que va a pasar mañana.
-¿Cuánto tiempo llevó la investigación de Hilos de sangre?
Entre investigación y escritura 8 años.
-¿Cuáles fueron sus fuentes?
Muchísimas, en el libro colocamos una bibliografía sugerida de doce páginas. No seguimos poniendo más porque hubiéramos llegado a veinte o treinta páginas de bibliografía y ya teníamos un libro extenso. Salió de 520 páginas.
-¿A qué historiadores admira?
A muchos, pero más que admirarlos siento respeto por aquellos y me dan confianza con sus trabajos, Soledad Acosta de Samper, Diana Uribe, Enrique Santos Molano, por decir algunos, pero hay muchos… Lo importante no es lo que digan, es la seriedad con que lo digan, la historia exige objetividad y rigurosidad. Cuando uno investiga, encuentra historiadores no muy conocidos, pero sí muy rigurosos. Eso sorprende.
-¿Está satisfecho con sus aportes a nuestra historia?
Le soy sincero, ¡mucho! porque he contado una historia desde el comienzo de la conquista hasta donde voy, la Revolución de los comuneros; con objetividad y rigurosidad, apegado a los hechos ocurridos, buscando describir las épocas dentro de su contexto, sin abusar de la narrativa y tratando de no utilizar adjetivos para calificar a este o a aquel personaje o situación, perdiéndole al lector formarse su propio criterio. Pienso que esa es la función básica del historiador.