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Subí las persianas

 

Esta semana recordé una emoción que sentí durante muchos años: la alegría y la curiosidad que me invadían cuando iba a regresar al colegio para un nuevo año, o para el comienzo de un nuevo semestre como estudiante universitario o profesor. Con anticipación tenía los cuadernos listos para llegar a la primera clase. Pensaba en mis nuevos compañeros o en mis nuevos estudiantes.

El domingo, en un escenario precioso en la Plazoleta Central de la Universidad de Antioquia, en el marco de una tarde como solo Medellín puede tener, nos posesionamos  orgullo. Luego nos fuimos a mi despacho a compartir un rato con nuestras familias. El lunes empezamos con nuestro primer consejo de gobierno. A trabajar.

Tenemos claro lo que nos corresponde hacer. Revisar con lupa todo lo que recibimos. Descifrar la estructura de cada dependencia, identificar el grupo de personas que trabajaban allí y entender cuáles eran sus responsabilidades (no ha sido fácil). Todo esto hará parte del libro blanco que vamos a presentar. Debemos organizar nuestros equipos y construirlos de acuerdo a nuestra forma de trabajo y a lo que significa Antioquia la más educada. Al mismo tiempo, cada paso tiene que ser pensado en función de nuestro plan de desarrollo. Estamos trabajando a toda máquina.

Esta semana vivimos momentos difíciles que, de entrada, nos ponen frente a la realidad de dos serios problemas que enfrentamos como región y como país. El “paro armado” que organizó la Banda Criminal que controla una buena parte del narcotráfico en el norte de Colombia. Debería llamarse, mejor, el paro del miedo, que corresponde al poder que ha acumulado el narcotráfico después de tres décadas de destrucción. Un reto al estado colombiano (Ver video).

De otro lado, el problema en Anorí, todavía sin energía gracias a las Farc que destruyeron la torre que lleva la energía al municipio. La comunidad no pudo disfrutar las fiestas de las vacaciones, y su trabajo se ha visto afectado. Después de todo esto: más desigualdad, más pobreza, más violencia, más miedo y más ilegalidad. Es grande el daño que hacen y pírricos los “triunfos”. En conjunción con la fuerza pública, responderemos con la fuerza de Antioquia la más educada, que recoge la esperanza de la dignidad de la ciudadanía de Antioquia.

El primer día de trabajo me sentía incómodo en la oficina que me correspondió. De repente, me di cuenta de las persianas. Estaban cerradas y le daban un aspecto lúgubre al lugar. Las subí y entró la luz y sentí un gran alivio. Después, me dijeron que llevaban cuatro años cerradas.

Sergio Fajardo